martes, 31 de diciembre de 2013

Nochevieja

La tradición en mi casa es hacer una lista de las cosas que han pasado en el año que se va, y aunque empezó regular, y poco a poco se fue convirtiendo en uno de los mejores años, en muchos aspectos, de mi vida. En cuanto a mi relación considero que ha sido el mejor de nuestra vida como pareja, tras varios años de adaptación y aprendizaje, nos hemos asentado y establecido como Amo y sumisa, hay tantos detalles y vivencias que se van con el 2013... comenzar a llamarlo de Usted siempre, mi tatuaje, mi primera vez con una mujer... puff no puedo enumerarlos todos. 
Pero por muy bueno que sea el pasado, es ley de vida ver morir lo viejo para que resurja lo nuevo, así que con grandes honores le digo adiós al 2013 y saludo con incertidumbre y esperanza al 2014.

Esta noche cenaremos con la familia y tomaré las uvas con un vibrador, del que mi Amo tiene el mando, dentro de mí. Despediré el año con placer y, ya a solas, daremos la bienvenida al nuevo brindando y... ¡ con más placer ! ¿Qué haréis vosotros?

martes, 24 de diciembre de 2013

Feliz Navidad!!

En Navidad hay tiempo para todo aunque parezca que no lo hay para nada, aprovechad ese tiempo para estar con los vuestros, para hacer las cosas que más os gustan y por supuesto no olvidéis dejar un ratito para el juego...
Que paséis una gran Nochebuena, una feliz Navidad, y que Papa Noel os traiga perversos regalos...

martes, 17 de diciembre de 2013

A una amiga


Iba a esperar al Viernes para escribir esto, pero he visto que hoy era el día mas adecuado.
Hay historias tan tristes y bonitas que parecen de novela, hay personas que con la alegría y cariño que derrochan, no parece que sean las protagonistas de ellas. Ese es el caso de una persona que, no es que se cruzó en mi camino, sino que estoy segura que alguien la puso en él porque teníamos que conocernos. Desde el primer momento sentí una simpatía especial, la sentía cercana y cómplice, no miento, alguno de mis tuits de hace tiempo dan fe de ello. Para colmo esa sensación era recíproca, y comenzamos lo que hoy puedo llamar amistad, no vivimos en la misma ciudad, pero los "cafelitos" que nos echamos son únicos, ella me ha ayudado con "mi rubia tonta" interior, como ella muy acertadamente bautizó. Siempre me ha sacado una sonrisa cuando he estado triste. Este fin de semana pude ver su cara, cosa que me ha alegrado muchisimo, ya me había conquistado con su interior, pero al mirar su foto la cercanía y simpatía hacía ella me invaden, y espero que a ella le pase igual con la mía. 
Hoy sé que es día difícil para ella, que las lágrimas le vendrán a los ojos, y lo único que me apetece decirle es que las deje rodar, hay penas que hay que vivirlas, dejarlas salir, y limpiarnos, hay que dejar de ser fuertes por un instante y dejarnos llevar. Para mí ella es todo un ejemplo, admiro la fuerza y alegría que derrocha, el cariño con el que se enfrenta a los momentos duros que le tocó vivir. No sé qué más decirle, lo único que deseo es que sienta mi apoyo y quiero pedirle, al gran hombre que sé que está a su lado, que la apriete fuerte entre sus brazos y le transmita el gran abrazo que me gustaría darle. Estoy segura que en un futuro, no muy lejano, nos veremos en persona y te lo podré dar yo, lo deseo de corazón.
 No diré su nombre, por respeto, pero ella sabe perfectamente que es la destinataria.
Un besazo enorme

martes, 10 de diciembre de 2013

Un sábado de vino, de felicidad

Este sábado hacía un día espléndido en nuestra ciudad, el sol lo inundaba todo, sabía que iba a ser un gran día. Dejamos a las niñas con los abuelos, por mucho que nos cueste dejarlas, somos conscientes de que hay que vivir momentos a solas, sentiros pareja, cultivar nuestra relación. Subimos al coche, íbamos a una cata de vinos en unas bodegas un poco alejadas, pero no importaba, me encanta viajar con Él, verlo conducir me excita mucho... antes paramos en una gasolinera, Él bajó, yo lo miraba desde el coche, iba guapísimo, estaba muy sexy con esa ropa, le explicaba a unas jóvenes cómo funcionaba el cajero para pagar, Su reloj asomaba mientras gesticulaba, pensaba en que esas mujeres no podían imaginar cómo era ese hombre con el que hablaban, las cosas que le gustaba hacer... Subió al coche refunfuñando por lo niñatas que eran, lo que les hubiera hecho, la bofetada que se merecían por tontas e inmaduras. Me dio Su abrigo para que lo sujetara. Yo llevaba vestido, así que lo puse sobre mis rodillas para calentar un poco las piernas. El viaje comenzó. Hablamos, escuchamos música... ya llevábamos un rato de carretera cuando me preguntó qué ropa interior llevaba, se lo dije, se la enseñé. "Mira dentro del bolsillo de mi abrigo" no me lo esperaba, metí la mano, y allí estaban, los pesos se movían, suaves... "Póntelas" cogí las bolas chinas y me dispuse a metérmelas, me bajé las braguitas, Él se lamió los dedos y untó su saliva para ayudar a que entraran. Así continuamos hasta que llegamos a las bodegas, un poco tarde por cierto. 
El grupo de personas era diverso, familias, un grupo de ciegos, alguna que otra pareja... me gustaba vernos allí, juntos y solos, nos veíamos elegantes. Empezamos con la cata, estaba contenta, tengo que reconocer que no había desayunado con las prisas, y los vinos se me subieron rápido. Notaba las miradas, un muchacho me miraba desde su rincón, intentó disimular cuando lo descubrí, aunque un segundo después volvió a hacerlo, en una silla había otra joven que también nos miraba descaradamente... sinceramente, quizá fuera casualidad, o mera curiosidad, pero tenemos secretos y me gustaba pensar que esa gente notaba que estaban allí, quizá porque no los ocultamos mucho... no dejé de llamarle de Usted, bueno, al principio sí, pero Él me corrigió y no volví a tutearle. Cuando salimos el paisaje era precioso, nos paramos delante de las viñas, el aire era cálido, una sensación plena me embriagaba, quizá era el vino, pero podía saborear la felicidad de ese momento, no importaba nada más, solo estar ahí con Él a mi lado.
 Fuimos a comer a un restaurante del lugar, estaba en una casa-cueva, construcciones típicas. Nos pusieron en una mesa de dos, en una zona pequeña, en la que solo había otra pareja, compañeros de la cata casualmente. Después de tener sólo vino en mi cuerpo tenía que ir al baño, necesitaba vaciar un poco de líquido, había aguantado mucho, no soporto los baños públicos, y menos si tengo unas bolas chinas dentro de mí. Ante lo inevitable, me las saqué, las lavé y me las volví a meter. Salí con las mejillas ardiendo de la vergüenza que tenía de mí misma, nadie me había visto, pero yo sí. Él sonrió al verme la cara, le encanta ponerme en esas situaciones tontas que a mi me cuestan tanto.  Hablamos de sexo, de mis bolas chinas, de si alguna vez conoceremos a alguien más con quienes compartir sesiones... el Usted resonaba, los silencios de la pareja vecina me hacían ver su extrañeza... no me importaba. 
Dimos un paseo por el pueblo, volvimos a la ciudad, paramos en un centro comercial para descambiar una prensa Suya, la gente, el bullicio me devolvió a mi timidez habitual, me costaba guardar las formas, en el probador me agarró de la cara, "¿Me vas a hablar bien, o me vas a obligar a que te abofetee aquí mismo?" Un "No, Amo" susurrado, casi inaudible salió de mi boca. Volvimos a casa, esa noche teníamos visita, había que encender la chimenea y terminar de prepararlo todo. 
Fue un día maravilloso, lleno de muchos pequeños detalles y de grandes sensaciones, no hubo sexo duro, ni azotes, ni cadenas, ni látigos, nada de eso, sólo había gestos, gestos que me hicieron sentirme feliz y Suya.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Historias para no dormir... de placer 2



La monja y el joven discutían, la monja estaba roja de enfado e intentaba persuadirlo – No te la puedes llevar, acaba de llegar, no he terminado de hacerle la entrevista inicial, no sabe ni de qué va esta historia. – Creo que por lo que ha visto se habrá hecho una idea, no quiero a una de esas chicas-robots, no quiero que ya la hayáis educado para simplemente obedecer fríamente, quiero una joven a la que moldear a mi antojo, no soy uno de vuestros clientes habituales, que quieren un animalillo amaestrado…- La monja estaba sentada en su silla, y tanto él como ella sentados frente a la directora escandalizada. Ella estaba tensa, rígida, aún no había reaccionado, estaba paralizada y aterrada, qué clase de conversación era aquella, dónde quería llevarla ese desconocido, qué se supone que tenía que saber de aquel sitio. Un fuerte golpe la abstrajo de sus pensamientos, él estaba de pie, harto de la discusión había dado un golpe sobre la mesa – Me he cansado de esta conversación inútil, he venido a por una mujer y me voy a llevar a esta, yo pago, yo decido.- La monja respiró profundo, tragándose las miles de palabras más que tenía para aquel hombre. Intentó recuperar la calma y cambiando el gesto forzadamente sacó unos papeles de un cajón y se los entregó. Él los leyó detenidamente mientras la directora se dirigió a ella, con palabras y gestos fríos e impersonales –Los planes para ti han cambiado, ya no te quedarás aquí, cogerás tu maletita y te irás con él, es inútil que digas que no quieres, que te resistas a esto, la decisión ya está tomada y no tienes otra alternativa. Él cuidará de ti ahora. Firma aquí
- Había mantenido la cabeza gacha todo el rato, no quería mirar a aquellas personas que tan horribles le parecían, esas palabras se le habían clavado en el estómago. Levantó la vista cuando la monja terminó de hablar, y vio que él también la miraba fijamente ofreciéndole un boli para firmar los papeles que antes leía. Una vergüenza casi inhumana le recorrió el cuerpo, y de manera instintiva cogió el boli y firmó, el objetivo estaba claro, quería dejar de ser el centro de las miradas. Qué tonta fue, con ese gesto acabó con todas sus opciones. Él también firmó, acordó algo más con la monja y se dispuso a levantarse. Ella seguía encogida en la silla cuando notó que la agarraba suave pero firme del brazo – Levántate, nos vamos. El terror se apoderó de ella, la realidad la golpeó de lleno, tenía que irse con aquel hombre, y no sabía qué iba a hacer con ella, nada bueno por supuesto, el pánico hizo que echara a correr hacia la puerta, necesitaba huir, sin plan ni premeditación, solo correr y correr lejos de allí. Pero la maldita puerta no se abría, tiró y tiró del pomo, gritó llorando a lágrima viva como si la puerta fuera a ceder ante sus súplicas. De repente paró, eso no iba a suceder, se giró y los vio a los dos de pie, la monja irritada con ganas de dirigirse a ella, pero él tenía un brazo extendido, cortándole el paso a la señora, su gesto era sonriente, tranquilo y con un aire perverso que la hizo temblar. Se agachó un poco, cogió la maletita marrón de la chica y tranquilamente se dirigió a ella, al cogió suave de la mano – Venga cariño, nos vamos a casa- eran unas palabras horribles para ella, pero que él pronunciaba con ternura- por tu bien espero que no montes ninguna escenita más, te aseguro que no ganarás nada con ello. Ella se rindió por el momento, quizá en el exterior tuviera otra ocasión para huir, sin puerta ni llaves. Se alejaron por el pasillo de la mano, ella con la mirada en el suelo, evitando la de él que de vez en cuando se dirigía a ella.

Llegaron al coche que estaba aparcado entre las dos palmeras de la entrada, se quedó de pie, mirando fijamente al portón negro cerrado a cal y canto, el atisbo de esperanza que tenía de huir al salir del edificio, se esfumó. Él guardó la maleta, abrió la puerta del copiloto y viendo que la joven no hacía ningún movimiento la empujó suavemente por la cintura. Entró en el coche de manera automática, la cabeza le daba vueltas, en qué momento había perdido el control de la situación, el control de su vida, de todo. Habían pasado  sólo unas horas desde que llegó a aquel sitio y le parecían meses, no podía dar crédito, esta situación era irreal. Salieron del centro, tenía la cabeza echada en el cristal de la ventanilla, veía pasar los árboles, las farolas, los paisajes, intentaba abstraerse, quería obviar que un hombre desconocido conducía ese coche, a un lugar más desconocido aún. Una mano en su pierna la sorprendió, era él, le acariciaba la rodilla de manera descarada: - Sé que estás asustada, es lógico que no entiendas nada, poco a poco lo irás asimilando, y quiero que sepas, que aunque ahora no lo creas, has tenido suerte de estar aquí, de que fuera yo quien te escogiera, tu futuro en ese sitio hubiera sido más duro que el que te espera conmigo, te lo aseguro.
 Ella se limitó a pegarse un poco más a la puerta, intentando zafarse de esa mano que la incomodando, haciendo oídos sordos a aquellas palabras que le parecían una broma de mal gusto.
El coche se paró en una calle sin salida. Estaban en una urbanización de chalets privada. Al salir del coche miró a su alrededor, y otra angustia la invadió, no tenía ni idea de donde estaba, instintivamente buscó a algún vecino, algún coche que acabara de llegar, para correr y pedir ayuda –No hay nadie, es un lugar tranquilo, estas casas son de veraneo, en esta época se está muy a gusto sin vecinos- le dijo, como si le hubiera leído la mente. Sin darle tiempo a pensar otro plan de escape, la llevó del brazo al interior de una de las casas. Era un chalet grande, blanco, bonito, la entrada era una placeta con una fuente en el centro, subieron las escaleritas del porche para llegar a la puerta principal. Entraron. Era una casa bonita, no muy ostentosa, la entrada era de un azul intenso con los muebles en blanco, con un aire mediterráneo. – Espero que te guste mi casa, bueno, ya es tu casa también, no tengo grandes lujos, pero los justos para vivir a gusto. Es una casa grande, te la enseñaré.- Subieron hasta la parte mas alta de la casa que tenía varias plantas. Llegaron al dormitorio, al igual que la entrada era bonito y sencillo, una cama blanca y un armario de espejos frente a ella. No se atrevía a entrar, los nervios le oprimían el estómago, estaba paralizada, por eso él volvió a empujarla hasta que se quedó de pie frente al espejo. Él comenzó a dar vueltas alrededor de ella, la miraba de arriba abajo, mientras ella se quedaba inmóvil, asustada y cohibida. – Bueno, he querido que subiéramos antes aquí porque creo que es el mejor sitio para hablar. No debería darte explicaciones, la mayoría no lo hace, pero ya te he dicho que no soy como otros-se había detenido delante de ella, y le sujetaba la barbilla para que lo mirara a la cara, auque ella desviaba la mirada para no cruzarse con la de él- esto es muy sencillo, lo que tienes que entender es que me perteneces, puedo hacer contigo lo que me plazca, en cualquier momento, ahora bien, no te consideraré un animalillo como hacen otros, yo quiero que seas mi mujer, una mujer obediente, eso sí, pero quiero conquistarte, no quiero una esclava, quiero una mujer sumisa. Se que podría encontrar una novia de una manera normal, pero yo no soy un hombre normal, tengo unas necesidades especiales, y creo que tu eres la única que las puede satisfacer. El sitio en el que estabas es una escuela para señoritas, os educan para hombres como yo, que quieren mujeres sumisas, hombres dominantes, Amos. Te escogí a ti porque estás sin educar, no quiero un autómata, esas chicas ya están enseñadas, son frías y distantes, ya saben lo que les espera si hacen algo inconveniente, tú no, y eso me gusta. Quieres decirme algo- Miles de cosas pasaban por su cabecita, miles de preguntas extrañas que no se atrevía a hacer, no por miedo, sino por vergüenza –quiero irme- fue lo único que su boca pudo pronunciar. Él puso un gesto de ternura y le acarició la mejilla –Lo sé, pero no te puedes ir, ya te he dicho que eres mía- No entendía cómo podía ser tan cínico, cómo podía decir esas palabras tan malas para ella mientras parecía el hombre más bueno del mundo. – Ahora, voy a hacer algo que quizá no te guste, pero que yo estoy deseando y que es necesario.- Su cuerpo tembló, sabía lo que iba a pasar, desde el primer momento lo sabia, aunque no había querido pensar en ello. Él comenzó a desabrochar su camisa dejando los pechos al descubierto, los miró con ilusionado, como el que abre un regalo en navidad, y comenzó a acariciarlos, pellizcó sus pezones, los besó y lamió. Ella se mantenía impasible, mirando al frente como zombi. –Tienes que perdonarme por lo que voy a hacer, yo no soy así, me gusta tomarme tiempo, jugar… pero es la primera vez y tiene que ser así.- La agarró de los hombros y la fue tumbando en la cama, las lágrimas de ella comenzaban a aflorar, todo aquello no era una pesadilla, era real, y no podía evitar que pasara. Notó como le quitó las braguitas que tenía bajo la falda del uniforme del orfanato, que aún llevaba puesto, miró hacia él y vio como se desabrochaba el pantalón… cerró los ojos, no quería ver más, el peso de aquel hombre cayó sobre ella, se movió hasta abrirle las piernas, y sin más preámbulo notó como la penetraba de un solo movimiento, rompiendo su virginidad. Instintivamente comenzó a llorar, con un llanto histérico, había despertado de su pasividad, quería escapar, sin plan ni razón, pataleaba y empujaba con los brazos a aquel hombre que la desvirgaba, éste le agarró fuerte las muñecas –No llores, cariño, no llores- Le decía entre gemidos, hasta que paró y se desplomó sobre ella, que seguía llorando e hipando. Él se tumbó a su lado –Ya pasó cariño, era necesario, ahora sí eres mía. Y es ahora cuando te empezaré a enseñar cómo me gustan las cosas.- Ella seguía llorando sin control, no quería parar, apretaba fuerte para llorar aún más fuerte – Para, no sigas llorando, me molestan tus lloriqueos- ella seguía- que pares he dicho- se incorporó un poco, y viendo que no se calmaba le asestó una bofetada. La cara le picó, se quedó paralizada agarrándose la mejilla y mirándolo fijamente asustada. Una sensación extraña la invadió, era humillación, dolor, impotencia…y algo más, algo que no era del todo malo, no sabía qué era, pero sintió algo más

Continuará…

martes, 3 de diciembre de 2013

Una canción, mil sensaciones


Era invierno, en medio de una sesión, en el sótano, para las sesiones siempre el sótano, el colchón en mitad de la habitación, las luces apagadas, tan solo la luz naranja de una estufa iluminaba la escena, aunque con mis ojos vendados solo percibía el calor que irradiaba. Sentía inquietud, excitación e indefensión, Él iba utilizando diferentes objetos, unos dolían otros me excitaban hasta el límite del orgasmo, a cuatro patas con mi ropa interior negra sólo podía dejarme llevar, todo era perfecto, me gustaba sentirme así... Me tumbó boca arriba, la canción " She wolf " comenzó a sonar, fuerte y penetrante, se metió en mi cerebro, Él se puso encima, me quitó el antifaz, cuando mi vista se acostumbró a la luz pude ver Su rostro iluminado por la misma, estaba muy cerca y me sonreía tierno, me abrió las piernas y comenzó a penetrarme. No sé si fue la música, si fue ver Su cara después de todo lo que me había hecho a oscuras... el caso es que se convirtió en un momento mágico, de película, me follaba rítmicamente, muy pegado a mí, sentía Su olor, Su piel, Su posesión, y esa canción sonando. Fue un momento único que me transportó, no pensaba, solo sentía...
Meses después, este verano, en una barbacoa con amigos, yo estaba sentada con las mujeres, Él en la barbacoa con los hombres, esta canción comenzó a sonar, en cuanto me di cuenta, lo miré, Él me miró y me guiñó... Un hormigueo me recorrió las piernas, el estómago y se concentró en mi entrepierna, la imagen de aquella sesión me vino, con sólo un guiño me recordó los momentos y sensaciones que vivimos juntos, que ninguno olvidamos y que ninguno de nuestros amigos alcanza a entender. Son solo nuestros.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Historias para no dormir... de placer

Quería daros las gracias por vuestras visitas, y precisamente para celebrar las 1000 y mi primer seguidor os contaré una de mis fantasías más antigua y elaborada. Cada noche antes de dormir, me gusta imaginar escenas que me resultan eróticas, como segmentos de películas que me excitan, y coger el sueño con una sonrisa en la cara y un cosquilleo entre las piernas. Esto es sólo la introducción, en ella hay menos "acción" pero es que soy detallista y elaborada hasta para las fantasías eroticas. Espero que la disfrutéis...



LLegó a aquel lugar apartado de la ciudad, una mano sujetaba la maletita marrón con sus escasas pertenencias, con la otra llamó al timbre. En ese momento el miedo a lo desconocido le hacía dudar de la decisión que había tomado. Al llegar la mayoría de edad en el orfanato les daban a elegir, podían irse sin mirar atrás, buscarse su propia vida con una buena cantidad de dinero que se había ido ahorrando para ellas, hacerse un futuro a su manera, o podían continuar sus estudios unos años más en un centro para chicas de más edad que les era asignado. Ella nunca destacó en nada, no fué una niña traviesa ni tan buena como para ganarse el favor de las cuidadoras, había hecho amigas, pero ninguna especial a la que echar de menos. Su infancia no fue triste, simplemente pasó. Cuando le plantearon la cuestión de qué hacer lo tuvo claro, no estaba preparada para enfrentarse a la vida, alargaría ese momento lo máximo posible, así que optó por mudarse a otro centro. 
El sonido del gran portón negro la sacó de sus pensamientos. Una monja le hizo un gesto para que entrara. Cuando cruzó la puerta pudo admirar un gran edificio antiguo, de piedra, con cierto tono rosado, dos palmeras se alzaban ante la entrada, era un lugar amplio y bonito, un antiguo convento que se habían encargado de ir actualizando, para que no se notara el paso del tiempo. Una sensación de alivio la recorrió, al fin y al cabo no parecía ser un lugar tan horrible, como el miedo a lo desconocido le había hecho pensar. Subió una escalinata y entró en el edificio. Los pasillos eran amplios, con muchas ventanas exteriores a un lado y al otro las ventanas opacas que pertenecerían a las diferentes clases. La monja la condujo por uno de los pasillos hasta el despacho de la directora. La puerta estaba abierta: 

- ¿Se puede?- preguntó con la educación y timidez que la caracterizaban
- Sí pasa querida y siéntate- La directora era una monja bastante alta, ni gorda ni delgada, tenía unos rasgos severos, pero que su gesto de aparente amabilidad ocultaba.

Fué avanzando hasa llegar a la gran mesa de roble y sentarse en una de las sillas de estampado verde botella. Le entregó una carpeta que le dieron en el orfanato con todos sus documentos, notas, médicos... La directora comenzó a mirarlos a través de sus pequeñas gafas, mientras ella se apretaba las manos con nerviosismo, aunque hasta ahora todo había ido bien, algo por dentro no la dejaba tranquila, una sensación de alerta sonaba en su interior, aunque se repetía una y otra vez que era el miedo a lo nuevo, que en cuanto se instalara y cogiera la rutina todo iría bien, en un intento de tranquilizarse en vano. La directora comenzó a hacerle preguntas sobre su vida, sobre el lugar de donde venía, de sus amistades allí, de cómo era ella personalmente...

- Y con los chicos qué relación has tenido- Aquella era una pregunta extraña, pero tratándose de una monja tampoco le pareció raro
-Muy poca señora, era un centro para chicas, y aunque hablábamos con ellos en las convivencias que hacíamos con otros centros, o cuando nos llevaban de excursión, nunca se me ha dado bien relacionarme con ellos, o quizás no les llamé la atención- No era fea, ni mucho menos, tenía una cara aniñada, con pecas y una bonita sonrisa, un cuerpo pequeño y delgado, pero nunca se creyó guapa, quizá por que a su alrededor había chicas más llamativas. La directora apuntó algo en el expediente y cuando se disponía a hacer otra pregunta el teléfono sonó. La monja descolgó, el gesto se le tornó preocupado:
-¿Cómo? Pero es que así de repente, no esperabamos a nadie hoy, no hemos preparado nada. ¡No! cómo le vamos a decir que se vaya.- respiró hondo y relajó un poco la cara- Está bien, dile que espere un poco mientras preparamos a las chicas.

Cuando colgó se dirigió a ella con una sonrisa forzada. le explicó que había surgido un imprevisto, y que tenía que salir, le repitió varias veces que esperara allí sentada, que bajo ningún concepto saliera de la habitación. Sin tiempo a que preguntara nada, la directora salió. En un principio estaba dispuesta a obedecer, oía el revuelo en el pasillo de fuera, las chicas correteando de un lado a otro, se preguntaba qué pasaba, quién había llegado tan importante. De repente el ruido cesó, y un silencio casi sepulcral lo sustituyó. Escuchó la voz de la directora a lo lejos, dando explicaciones a alguien, excusandose por la espera, una voz masculina le contestó para tranquilizar a la monja excesivamente afectada. 
La curiosidad empezó a picarle, y aunque el sentido común le repetía que se estuviera en el sitio, un diablillo le decía que no sería para tanto, que sólo se asomaría un poco, que la forma en L del pasillo la resguardaría y volvería corriendo a la silla antes de que la vieran. Respiró hondo y se levantó, la puerta se abrió silenciosamente y ella avanzó lo más silenciosamente que pudo. Al asomarse vió dos filas de chicas a cada lado del pasillo muy rectas y muy quietas, más parecían soldados que muchachas. Al final del pasillo estaba la directora muy quieta, y entonces vió al hombre que había oido antes, era un joven, de unos treinta años o quizás menos, con el pelo moreno corto casi rapado y una barba también corta. Tenía la espalda ancha y de estatura media. El hombre pasaba despacio delante de cada chica, las miraba fijamente, tanto que algunas apartaban las miradas avergonzadas. La curiosidad la mataba, qué estaba ocurriendo, qué era toda aquella parafernalia. El hombre se detuvo ante una de ellas, la miró unos segundos y sin quitarle los ojos de encima bajo su mano hasta los muslos y fue introduciéndola en su falda, la chica cerró los ojos angustiada apretó los labios por no quejarse, pero no se movía, no hacía ningún intento de detener a aquel hombre que ya había introducido los dedos en su braguitas. Cuando ya tuvo bastante sacó los dedos y se los miró, los tenía llenos del flujo de la joven que ya dejaba ver alguna lágrima en su rostro. Siguió avanzando en la fila de chicas, hasta que después de observar a unas cuantas, se paró delante de otra.

-Desabróchate la camisa, le ordenó- la joven cerró los ojos para tranquilizarse unos segundos y comenzó a abrirse la camisa, que ante la ausencia de sujetador, dejó al descubierto su piel. Él apartó la camisa para dejar sus pechos al aire. Sin inmutarse comenzó a cariciarla, a pasar sus dedos por los pezones, a pellizcarla mientras miraba su gesto de dolor, y sin más siguió adelante, ante lo que la joven denotó un pequeño gesto de alivio. A la siguiente que escogió le hizo darse la vuelta, con una mano la agarró por la nuca y la fué empujando hasta denerla con el culo en pompa. Con la otra mano le levantó la falda y le bajó las braguitas blancas. Su culo quedó al descubierto, los sollozos de la chica se escuchaban en el silencio que reinaba. Él se metió el dedo índice en la boca, lo chupó y lo puso en la entrada del pequeño ano de la muchacha. Poco a poco lo fue introduciendo.

Desde el cobijo que le daba su escondite ella lo veía todo con los ojos cada vez más abiertos, no podía creer lo que estaba viendo, cuando la chica emitió un pequeño chillido ante la invasión en su estrecho agujero no pudo evitar que un sonido de asombro y miedo se le escapara. 
Pudo percibir ese sonido perfectamente, dejó a la asustada joven, cogió una toallita que una monja le ofreció, se lavó las manos, y miró de reojo al lugar de donde provenía el ruido. Vió esa cabecita asomada y sin dudarlo se dirijió a ella. Del miedo estaba paralizada, le hubiera gustado poder correr y esconderse en el sitio más oculto del mundo, un sitio lejos de aquel hombre que ahora estaba ante ella. La miró de arriba abajo, se acercó a su cuello y la olió profundamente, se aprató y la miró sonriente, con una sonrisa blanca y bonita, si no fuera por lo que había visto antes le hubiera parecido el hombre más amable del mundo. La agarró de la muñeca, hizo un gesto a la directora: -Ya he escogido- le dijo. Sentía su mano fuerte alrededor mientras tiraba de ella hasta el despacho. La puerta se cerró, lo oía todo como ajeno a ella, estaba metida en una burbuja que el miedo y la incredulidad habían formado. Al otro lado se escuchaba ajetreo, las chicas cuchicheando, susurros e incluso algun suspiro de alivio, e igual que antes, tras los portazos de las clases, el silencio.

Continuará...

jueves, 21 de noviembre de 2013

Un beso con sabor a pasado

Hoy me levanté llena de añoranza. El culpable es un sueño que he tenido esta noche, en él me reencontraba con mi vecina, la que os dí a conocer en mi primera entrada. He soñado que volvíamos a ser amigas, que le contaba mi situación actual, le contaba cómo me iba con mi nuevo Amo, como si de una exAma se tratara, la besaba en la boca llena de alegría, sólo un pico, nada sexual, de forma inocente, con alegría y entusiasmo por el reencuentro. Al despertar me ha quedado una buena sensación, y llevo toda la mañana recordando nuestros momentos juntas. Ahora sí tengo claro que fue mi Dueña en mi infancia, éramos niñas, no poníamos aún nombre a nuestros papeles, pero ella mandaba y yo obedecía, y nuestros juegos eran teatros de escenas bdsm, creo que ambas lo llevábamos dentro y no necesitábamos ver vídeos o fotos, sólo hacíamos lo que nos apetecía en cada momento. Mi madre me repetía una y otra vez que no entendía por qué me dejaba influenciar tanto por ella, que hacía siempre lo que ella me pedía, y no podíamos estar la una sin la otra, ahora lo entiendo todo. En mi cabeza fantasiosa, se crean imágenes de mi Amo y ella, ya adulta, hablando de mí mientras se toman algo, acordando hacer una sesión conmigo, para que ella pueda realizar esas cosas que hacíamos de "mentirijilla", que podamos ser por un rato lo que imaginábamos ser de pequeñas. 

Hoy me levanté llena de añoranza, era mi amiga y confidente, hablábamos con total naturalidad de todo eso, no le veíamos nada malo, aunque, siempre supimos que debíamos guardarlo en secreto. Me da pena, la he visto varias veces, y nos hemos saludado, pero con la distancia que todos estos años han marcado, ya no podría volver a ser lo mismo, en parte porque creo que las dos hemos puesto nombre a lo que hacíamos, y ya sabéis la manía que tenemos los adultos de hacer incómodo algo que nos gustaba tanto. En mi sueño la veía cercana como antes, con la idolatría que le tenía entonces. No es que quiera que sea mi Ama, ni mucho menos, pero me gustaría tenerla cerca, y hablar de todo esto con la complicidad que teníamos, que mi Amo y yo mantuviéramos una relación con ella, charlar con una vieja amiga que tanto sabe de mí, que, no es que conozca o comprenda mis secreto, es que forma parte de ellos. La echo de menos, eso es todo.

martes, 19 de noviembre de 2013

Aprender a callar

Soy una perfeccionista, es un rasgo que me atormenta y que no me deja vivir en paz. En todos los aspectos quiero ser la mejor versión de mi misma, la mejor madre, la mejor en mi trabajo... y por supuesto la mejor sumisa. No es algo en plan competencia con los demás, simplemente quiero alcanzar el nivel que para mí es aceptable, para estar satisfecha. Sin darme cuenta me voy planteando mini retos, que si no consigo me frustran un poquito, y normalmente es en la sumisión donde más fallo. 
Actualmente esto inmersa en el reto del silencio, me he propuesto no hablar tanto, saber contener mis palabras, ser capaz de callar por muchas ganas que tenga de comentar algo. Por ahora no lo he conseguido, reconozco que soy un poco parlanchina, tanto cuando estamos con más gente, como cuando estamos a solas. En este reto ando confundida, por un lado está la persona que soy, y por otro lado la fantasía de persona que me gustaría ser. En las comidas con amigos, soy abierta, simpática y conversadora, pero mi mente fantasea con una personalidad más sumisa, más reservada, sin tanto protagonismo. Cuando terminan esas reuniones siempre me quedo mal, pensando si tendría que haber callado más, si dije algo inconveniente, si mi Amo está contento conmigo o hice algo que lo molestó. A solas sí tengo más claro que tengo que mejorar, cuando estamos juntos me gustaría hablar cuando se dirige a mí, que no me importe estar en silencio, callarme las frases que me salen automaticamente...
Seguiré intentándolo, e intentaré callar también esa vocecita que me repite que no llegué al listón que me puse. Intentaré recordar todas las cosas que sí conseguí. Si no consigo superar el reto, siempre me quedará pedirle que me lleve amordaza a todos sitios

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Mi madre

Ella tenía unos 29 años, yo 2. Ese verano iban a buscarme un hermanito, pero un mes antes se notó un bulto en el pecho. Primero le dijeron que no era nada, solo unos días después el bulto había crecido hasta ocupar su pecho casi por completo. Le dijeron que era un cáncer muy grave, los médicos firmaron su sentencia de muerte. Pero ella no era así, no era de las que se rendía, su forma de ver la vida no le permitía dejarse morir. Lo primero fue extirparle el tumor, su pecho quedó reducido a una fina piel sobre el esternón, lo segundo fue tatuarle unos puntitos azules, los objetivos de la radioterapia. El primer día, en la sala de sueros le ofrecieron una coca cola, ella dijo que prefería una fanta de limón, así de inocente llegó a aquel lugar. Más tarde sabría que era para intentar contrarrestar las náuseas de la quimio. De aquella época recuerdo poco, la única imagen que tengo es la de estar ante la fachada del hospital con mi abuela, con un frigopie en una mano, y con la otra saludando a mi madre que me miraba desde la ventana. El cancer era duro pero ella lo fue más, y un tiempo más tarde, los médicos calificaron literalmente de milagro la desaparición total del cancer y la metástasis. Por supuesto que en un primer momento sobrevivir era su prioridad, siempre me ha dicho que lo hizo por mí, que hizo lo imposible y lo increíble por no dejar a su hija de dos años sola, que rogó al universo para que la dejara vivir por lo menos hasta que yo cumpliera los 18. Pero y qué pasa cuando ya lo superas, cuando te miras al espejo y ves como ha quedado tu cuerpo, cuando sabes que no podrás tener ese hijo que ibas a buscar, cuando sabes que tendrás que hacer el amor con tu marido, desnudarte y aceptar que una parte de ti no está. Desde fuera es fácil decir que no pasa nada, que con lo que has superado tienes que estar orgullosa, tienes que estar satisfecha, con el autoestima alta. Yo ahora ya soy una mujer, estoy casada, y sé lo que supondría que arrancancaran una parte de ti. Ellos no se tenían que mirar al espejo cada día, enjabonarse el cuerpo palpando sus diferencias, ellos no tendrían que comprarse bañadores y bikinis especiales, y aún así no estar tranquila en la playa, y si se nota, me miran, será que se me nota algo... por suerte yo no tengo ese problema, pero yo he sido la que entraba al probador con ella, la que jugaba con su prótesis de silicona, yo he visto y notado su lucha por no sentir que le habían quitado su feminidad.

Yo tenía doce años, mis padres se acababan de separar, y mi madre habló conmigo, me dijo que necesitaba operarse, quería reconstruirse, lo necesitaba, ahora que estaba sola, tenía que hacerlo por ella misma, necesitaba recuperar cosas que había perdido por el camino. Me advirtió de que iba a ser duro, y se quedó corta, fueron viajes y vacaciones aplazados por las operaciones, noches en el hospital, era una niña poniendo cuñas y duchando a su madre dolorida que no podía moverse, largas horas en la sala de espera mientras la operaban con anestesia general, con miles de angustias y miedos en la cabeza, qué pasaría si me quedaba sola, mis padres estaban separados, mi padre vivía con una nueva mujer, y mi relación con él en aquel momento no era muy buena. Fue duro sí, pero ella supo hacer que me quedara una gran sensación, vivimos grandes momentos juntas, la final de Gran Hermano 1 en la habitación del hospital, un atardecer de Domingo relajadas, comiendo bombones... Quizá me perdí cosas, quizás no tuve tiempo para ser una adolescente normal, quizás viví cosas que no me tocaban, pero es que ella se lo merecía, sé que a una madre se la quiere, pero yo siempre la he querido el doble, la unión que teníamos no era normal, cómo no iba a apoyarla, si había luchado contra la naturaleza, contra una enfermedad mortal por mí, cómo no iba a concederle su pedacito de mujer que le faltaba, eran unos años duros a cambio de la visión que tenía del mundo, de vivir cada momento con felicidad, de todos los momentos especiales que tenía gracias a ella. 

 La semana pasada fue a su revisión anual, el médico la miró serio, miró los resultados y al fin sonrió, le han dado el alta oficial, después de 25 años sin rastro de cáncer. Cuando me lo dijo no pude evitar llorar, sé que el merito es completamente suyo, pero un sentimiento de alivio y superación me invadió, la imagen de mi madre a los pies de mi cama sin poder acercarse a mí por el tratamiento, y el nudo en la garganta por no poder abrazarla vino a mi mente, creo que la niña de dos años que era entonces supo estar a la altura, que la adolescente que la apoyó en la reconstrucción también lo estuvo... me alegro de haber sabido hacerle más fácil los duros momentos que le tocó vivir.
  En definitiva, mi madre es un ejemplo de lucha y fuerza de voluntad, es la persona que me ha enseñado a hacer fácil lo difícil, a hacer fácil lo que otros tachan de imposible.

Vive muy cerca, por lo que la veo muy a menudo, y cada vez que nos sentamos a hablar tengo la tentación de confesarle mi secreto, de compartir una parte tan importante para mí, siempre nos lo hemos contado todo y la confianza me tienta a decirle mi verdad, siento que la traiciono ocultándolo. Además... al fin y al cabo no somos tan distintas, dos mujeres en busca de su feminidad, en busca de sentirse completas, de luchar por lo que somos. Pero nunca reuno el valor, por otra parte la conozco demasiado, sé que no lo entendería. Bueno, yo la sigo queriendo igual, por mucho que quiera convertirme en lo contrario a una sumisa, pobre... no sabe que conmigo da contra un muro.
 

viernes, 8 de noviembre de 2013

Cambios que no esperaba

Siempre he creído que si era capaz de hacer ciertas prácticas sexuales, que si era capaz de obedecer, de adoptar posturas... ya sería una buena sumisa. Pero no, hay veces que no me siento una buena sumisa, da igual que desde fuera lo parezca, cada uno sabe lo que siente por dentro, da igual que acabes las preguntas con un "Amo", da igual que lo llame de Usted... todo eso da igual si crees que todo eso es por ti, que el placer va dirigido a ti. Nunca me consideré una mujer "creída" nunca me consideré superior a nadie, nunca pensé que fuese prepotente... pero lo bonito del proceso que estoy viviendo junto a mi Amo, es el autoconocimiento, y he descubierto en mi interior soberbia y egocentrismo. No me importa decirlo, que tire la primera piedra el que sea perfecto, no me importa decir mis defectos porque una vez descubiertos ya solo queda cambiarlos y mejorar. Ha llegado el momento de analizar nuestra relación, cómo empezó, cómo ha cambiado... quizá empezamos con el D/s porque yo lo propuse, porque era mi necesidad, pero ese vacío se llenó, ahora no soy sumisa por mi necesidad, ahora lo soy por la suya. Ahora es cuando me educa en Sus normas, no en mis fantasías.
 "Dejemos de ser así", le dije un día gris, lo dije desde el egoismo de creer que todo era por mí, que yo decidí cuando empezar y yo podía decidir cuándo acabar, creyendo que Él sólo actuaba así por mí, pero que le daban igual los protocolos, los castigos, el bdsm, que le daba igual dominarme "Si de verdad no quieres seguir así, se rompe nuestro contrato, pero yo no puedo volver a ser como antes, creo que no podría estar contigo si no eres mía". El corazón se me aceleró, y la realidad apareció ante mis ojos, me dí cuenta de que esto ya no era un juego, que ahora era Él el que me pedía algo, que igual que el decidió se mi Amo, ahora era yo la que debía decidir si quería ser Su sumisa. Lo amo con todas mis fuerzas, ha hecho tanto por mí, me ha dado y me da tanto... que no podía hacer otra cosa, sólo había una opción, entregarme. 
 Y bueno, ahora pasan así mis días, aprendiendo a ser Suya de verdad, aprendiendo humildad a base de castigos, aprendiendo a satisfacer sin esperar nada para mí, aprendiendo cuál es mi auténtico sitio. Y ¿ Cómo me siento ante todo esto? Tranquila. Por fin se está callando esa vocecita caprichosa que no paraba de reclamar lo que ella necesitaba, la que me ha estado atormentando toda mi vida. Al fin siento serenidad, al fin siento que mi sumisión natural está satisfecha. Al fin se apagaron todos esos deseos que me abrumaban y me creaban vacios, infelicidad, ahora el único que necesito es el Suyo, Su deseo es lo que me hace feliz.

 Siento que todo ha cambiado, que nosotros hemos cambiado, y no sé si ya os lo he dicho, pero...
 me encantan los cambios.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Una nueva lección, un nuevo castigo

Ya llevaba varios castigos acumulados, creí que Él no se había dado cuenta de mis faltas, pero lo único que hacía era dejarme espacio para ver cómo reaccionaba. Mi peor error fue hacerme la tonta, callarme y creer que así evitaría el castigo. El Domingo fuimos de comida familiar, como siempre que salgo con Él debía llevar falda o vestido. Me puse una faldita vaquera, un jersey, botas y, con la llegada del frío, las medias de liga que tanto le gustan. Buscaba en mi cajón qué braguitas ponerme cuando llegó a la habitación, metió las manos bajo la falda y me dijo que dejara de buscar, que iría sin nada. No es que sea la primera vez, pero no deja de ponerme nerviosa, tengo dos niñas pequeñas y es probable que surjan muchas ocasiones de agacharme o hacer algún movimiento extraño, que deje al aire mi secretillo. Durante la comida, mientras hablábamos con mi padre, mis tías o abuelos, ponía Su mano en mi pierna y recorría con Su dedo el encaje de la media, yo intentaba mantener una actitud natural, aunque no sé si tuve mucho éxito con eso. Volvimos a casa, las niñas se quedaron viendo una peli y nosotros subimos a cambiarnos de ropa, o al menos esa era mi intención. Una vez en el cuarto, frente a la cama, me agarró de la cintura y se acercó a mí " Has salido muchas veces de la habitación sin permiso, y no sólo hoy, llevas varios días cometiendo fallos y haciéndote la tonta. ¿ Qué te crees, que no me doy cuenta? Y el Jueves no te lo tragaste, sé que no te encontrabas bien, pero tienes que pedirme que te lo perdone, aquí no puedes hacer lo que te dé la gana, aquí se me obedece y punto" me abofeteó, me llevó a un lateral de la cama y me ordenó que me pusiera a cuatro patas, me subió la falda y comenzó a follarme, duro y sin parar. No me parecía un castigo, a mí me estaba encantando, excepto porque la falda vaquera se me clavaba, todo era excitante. Podía ver la escena en el espejo, su perfil mientras me penetraba... estaba cachonda y muy mojada. "No te vayas a correr, esto es un castigo, te estoy utilizando para correrme, y cuando yo te avise, te darás la vuelta rápido, pondrás la mano y te echaré mi leche, luego te la comerás como la perrita que eres" Toda la excitación se me quitó, es lo peor que me podría mandar... supliqué, "No Amo, por favor..." lloriqueé, y lo único que conseguí fueron unos azotes duros y secos que me causaron mucho dolor, no picaban, eran golpes limpios e insoportables, que me arrancaron un "Sí Amo, lo haré". Mi culo rojo lo excitó aún más, pude notarlo, y tras embestirme tres veces más gimió y me dio la orden. Rápidamente me puse de rodillas, con las manos juntas ante Su polla, que se derramó en ellas. "Cómetelo" me quedé mirando mis manos fijamente, no podía, era superior a mis fuerzas... "Comételo" Su tono de voz se iba crispando, apretaba los dientes y la expresión que tanto me impone apareció en  sus ojos. Acerqué mi lengua a Su semen y lamí, comprobé que mi boca no soportaba esa textura, lo miré a los ojos, y volví a lamer, tras lo cual volví a mirar fijamente mis manos, no podía seguir. Se acercó a mí, me puso una mano en la nuca y la otra bajos mis manos, e hizo fuerza para pegarlas a mi boca "Eres una perra desobediente, mira lo que me obligas a hacer" Yo lloriqueaba angustiosa, cuando me soltó "Ve a lavarte" corrí al lavabo, me lavé la boca y el rimmel corrido, y volví a Su lado. Me abrazó tierno, me miró a los ojos "No vuelvas a hacerlo, ¿vale?" Yo me apreté más contra Su pecho y gemí aliviada, me acarició el pelo " Ay mi pelusilla, qué chiquitilla es..."
Hasta a mí me suena raro, pero Sus castigos me acercan más a Él, lo paso mal con ellos, pero al terminar, me siento más unida, más sometida, más Suya.  Y lo quiero mucho más. Este castigo me enseñó a no infravalorarlo, a no creer que no se da cuenta de las cosas, y a tener cuidado con mis deseos, pedí castigos diferentes, no solo azotes. Mientras miraba mis manos, echaba de menos la correa.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Elegí mi camino, da igual el destino

 Hay veces en que una canción me inspira, me dan ganas de escucharla mil veces y escribir las cosas que me vienen a la cabeza, es uno de mis pequeños lujos. Sé que esta canción es mítica, pero sinceramente, no le había echado cuentas. Hoy al subir al coche y encender la radio, estaba sonando, y me ha invadido por completo. Así que, si no os importa, la pondré a todo volumen y escribiré...


No os fiéis de mi cara de niña, de mi pequeño cuerpo de adolescente, ni siquiera de mi nombre angelical, no os imagináis la de pecados que he cometido, no os imagináis la de cosas que dejo que me haga un hombre por placer, por lujuria. Las monjas repetían una y otra vez lo mal que estaba pecar, me repetían dónde iban las personas que lo hacían, y me da igual... quiero follar con Usted una y otra vez, quiero que me azote y me sodomice entre improperios. Quiero llorar de puro éxtasis, quiero gritar Su nombre con veneración, sólo Usted es mi dios, sólo por Usted me arrodillo, no para rezar, me arrodillo para obedecer, para demostrar mi inferioridad, para comerle la polla dejándome la vida en ello. 
Quíteme la cara de niña buena a bofetadas, a insultos, quítemela con Sus dedos entre mis piernas, saque la cara de zorra que sabe que oculto, esa zorra con la cara ardiendo, la boca entreabierta y la mirada apasionada.
No follemos entre música clásica, entre sábanas de seda, ponga Su música a todo volúmen, esta canción sonando en los altavoces. Esto es sexo sucio y obsceno, dejémonos de cursilerías y hágame Suya entre sábanas empapadas. Muérdame el cuello, márqueme el cuerpo con Sus dientes, sabe que es Su carne, cómala. Tire de mi pelo, lama cada rincón, embriáguese con el olor de mi piel, no huele a rosas, ni a empalagoserías de poetas, huele a lujuria, huele a posesión y entrega. 
Sabe que le pertenezco, que algo dentro de mí dice que haga lo que haga, pase lo que pase seré Suya. 
Diga un camino, un destino, diga la forma de llegar a él, yo lo seguiré ciegamente, sea mi guía, con los ojos vendados sentiré la aspereza del asfalto en mis pies desnudos, y paso a paso, pecado a pecado le seguiré a las puertas del mismísimo infierno.

martes, 22 de octubre de 2013

Las gotas de sangre

Allí estaba yo, montada encima suya, con la cara ardiendo por las bofetadas, las lágrimas rodando por los insultos, y el sexo ardiéndome de excitación. Él tenía esa mirada, la que tanto miedo da, la que pone cuando es implacable e impasible, ni una súplica podrá quebrantarlo. Me agarraba fuerte de las caderas, sentía Sus uñas clavadas en la piel. Con una mano me agarró la cara, "Mírame, no escondas la cara, no te muevas" lo dijo lleno de lujuria y violencia, me acarició un poco la cara antes de soltarme una última bofetada. Picó, aunque no tanto como otras, entonces lo noté, noté la sangre cayendo suavemente por mi nariz. De manera instintiva me tapé e hice el amago de coger el papel de la mesita, pero Él me agarró la muñeca. No hizo falta que dijera nada más, volví a apoyar las manos en Su pecho, llenándolo de rojo pasión, seguimos follando mientras las gotas de sangre se posaban en Su piel. Tenía una mirada intensa, viendo como el líquido caía por mi rostro, sabiendo que Él me lo había provocado, y que eso ponía aún más dura Su polla. La situación me embriagaba, me gustaba ver lo que mi sangre le provocaba, sentirme tan indefensa, tan en Sus manos... Nos corrimos a la vez, sin remedio y sin contención. 
Eso sólo pasó una vez, pero quedó grabado en mi memoria, en los momentos difíciles o angustiosos, me gusta recordar esa situación, entre otras. Aunque no lo creáis me tranquiliza, me serena y me excita. Me reconforta pensar en el día que follamos entre gotas de sangre. Bueno, yo me entiendo

lunes, 21 de octubre de 2013

Resultados

Estos meses estoy muy reflexiva. Cambiar algunos aspectos de mi personalidad siempre me ha preocupado, no puedo decir que haya sido del todo feliz hasta hace aproximadamente un año. Es duro decir eso,  me he casado, he tenido hijas, he vivido cosas muy alegres, todo lo que me rodeaba, cómo se configuraba mi vida era más que suficiente para ser feliz, pero el problema era yo. Me autoboicoteaba, había establecido una imagen de mi misma que no era cierta, llena de cosas malas y oscuras, y me dolía estar con las personas que me quieren, porque no podía entender por qué me querían. Hace aproximadamente un año muchas cosas cambiaron, desde la solidez de mi matrimonio D/s a abrir los ojos a conocerme de verdad, a valorar mis cualidades y potenciarlas al máximo.
Uno de mis mayores defectos y que siempre me han atormentado ha sido la falta de fuerza de voluntad. No era capaz de terminar muchas cosas, u obligarme a hacer las que menos me gustan. Este último mes me he sorprendido a mí misma organizándome, haciendo las cosas aunque no tuviera ganas, cumpliendo horarios... y he comprobado la satisfacción de dormirte más agotada que nunca, pero satisfecha de que ese día no podías haber hecho nada más. 
Y a qué se ha debido ese cambio, me pregunto. La respuesta es sencilla, es el fruto de la disciplina, de pequeña no la tuve y no entendía cómo podía eso cambiar a alguien. Ahora tras un trabajo duro de órdenes y castigos por parte de mi Amo, ya estoy domada, hasta este momento había podido ser obediente, cumplir las tareas que mi Amo me imponía por miedo al castigo, pero ahora eso se ha instaurado en mí, no temo castigos pues cumplo tareas que no me ha ordenado, pero adoro la recompensa del orgullo en su cara, de sus caricias mientras me dice lo contento que está conmigo. 
Desde pequeña me había empeñado en tratar de cambiar esas cosas yo sola, sin ayuda, y no conseguía lograrlo, y es que a veces necesitamos ayuda, aunque ésta sea molesta, o duela.
Y es aquí cuando me doy cuenta de que las personas que critican esta forma de vida se equivocan, quien viera a mi Amo azotarme por no haber recogido lo que me ordenó, podrían calificar la escena como maltrato y machismo, podrían pensar que ese hombre no me quiere nada, que me hace sufrir. Pero lo que hace a cada correazo es liberarme, hacerme cambiar, mejorar, concederme lo que he pedido, la ayuda que necesito. No es maltrato pues no me hunde el autoestima, me lo sube a niveles a los que nunca pensé que conseguiría llegar. Modifica conductas inadecuadas que a quién más daño hacen es a mí misma. Y Él ahora entiende porqué le suplicaba que lo hiciera, aunque Él me dijera, que no le importaba que yo fuera así, que no quería hacerme daño por no terminar algo, le gustaba yo, tal y como era. 
Desde hace aproximadamente un año, sabe que es necesario inflingirme castigos, sabe que lo hace por mí, que los azotes para Su placer están bien para el sexo, pero los castigos son otra cosa, es aguantarse las ganas de abrazarme cuando me ve llorar, las ganas de parar cuando suplico que no siga, es imponerse a los patrones establecidos en Su cabeza de que eso está mal. Pero lo hace porque sabe sabe que con ese dolor me demuestra su amor.

martes, 15 de octubre de 2013

Sexo

Sexo, sexo, sexo... quiero sexo, del sucio, salvaje, animal, del de darse besos fuertes, tan descontrolados, que los dientes se chocan. El sexo de las guarradas al oído y gritadas. Sexo de sentir el cielo teniendo el infierno en la entrepierna. Sexo de estar quieta mientras juega con mis pezones mirándome lascivo, del que recorre mi cuerpo con Sus manos mientras decide por dónde me folla. Quiero nuestro sexo intenso, del que a la bofetada le sigue una lengua invadiendo mi boca. Obsceno y vulgar, pero que juntos lo elevamos a obra de arte. Sexo del de follar como perros, a cuatro patas, tirándome del pelo. Sexo de humedades, salivas y flujos, del de olores fuertes a sudor y excitación. Del que gusta hasta hacerte llorar. Esa magia de combinar movimientos lentos y profundos, con cortos y fuertes. Ese sexo en el que me siento vulnerable y una diosa, a partes iguales. Sexo de "Amo no puedo más, no puedo más, lo siento lo siento" y correrme sin remedio, viendo como Él se retuerce derramándose dentro de mí, con tanto placer acumulado, que sufre a la vez que disfruta. Sexo del que tienes que ducharte con agua fría para limpiarte y calmar la inflamación, el ardor del cuerpo. Ese sexo del que al terminar sólo te deja balbucear palabras, no puedes decir ni un "Buenas noches". Del que te duermes sintiéndote la persona más afortunada del mundo. Ese sexo...

lunes, 7 de octubre de 2013

Sentirse sumisa

En estos años que llevo intentando materializar mi fantasía de sumisión, he aprendido a diferenciar sentimientos. Por un lado está el deseo desde pequeña, una fantasía que siempre ha estado ahí, por otro lado está mi deseo sexual, el que se satisface con un juego, o reproduciendo una situación en un momento concreto, pero que acaba y no se extiende a tu vida fuera de la cama. Y por último y más importante, está el sentirte sumisa, saber que realmente lo eres, que perteneces a alguien, y se manifiestan esas sensaciones que te llenan por dentro. Por mi propia experiencia, y por lo que a veces veo, las sumisas tendemos a "exigir" a nuestros Amos que nos hagan sentir así, les exigimos ciertos comportamientos que nos recuerden que les pertenecemos, cogemos una postura un tanto cómoda, en la que si no me castigan, si no me recuerdan que siga con el protocolo, el Amo lo hace mal, me frustro porque no me hace sentir sumisa. 
Yo sufrí mucho con eso, actuaba mal, esperando ese castigo que me hiciera sentir, no cumplía los protocolos esperando una orden que me recordara mi sumisión... y mi Amo se frustraba, y volvíamos a la rutina de pareja normal. Hasta que me di cuenta de que igual que yo necesito que me hagan sentir sumisa, en algunos momentos, Él necesitaría que lo hicieran sentir Amo, necesitaría ver que tiene autoridad real, que sus castigos tienen efecto, sirven para algo. Supongo que tiene que ser triste ver, que te esfuerzas en educar a una sumisa y que ésta se lo toma a pitorreo, al igual que tiene que ser agotador ver que todo depende de ti, que si no estás constantemente encima de ella, ella no te hace caso, que solo tu soportas el peso de una relación D/s. 
Cuando llevábamos épocas sin un atisbo de D/s, me hundía, y llorando hablaba con mi marido y le decía que no quería que esto fuese sólo una fantasía, que no quería que fuese solo un juego ocasional, le echaba en cara que nuestra relación era como una teatro de sumisión y dominación que no terminaba de profundizar, que al final siempre se extinguía. Hasta que llegó un momento en que una bombillita se encendió en mí, abrí los ojos un poco más y comprendí que la que no se tomaba en serio todo aquello era yo, que no paraba de repetir una y otra vez que era sumisa, y mientras yo parloteaba palabras vacías, Él se convertía en un Amo, pero yo no en una sumisa. No cumplía mi palabra, no seguía los protocolos si Él no me lo recordaba, no actuaba si no me lo ordenaba, era un robot, no una sumisa. 
Recuerdo el primer gesto que hice como tal. Él se estaba duchando, me senté a esperar a que terminara, cogí el albornoz y se lo puse al salir, "Aquí tiene Amo", Él me besó orgulloso cogiéndome de la barbilla "Muy bien, así me gusta". Mi Amo, no me había ordenado nada, no me había castigado, no había interactuado conmigo para nada... pero yo me sentí más sumisa que nunca. Y es ahí donde empecé a entregarme de verdad, cuando Él fue poseyéndome cada vez más, cuando juntos comenzamos a hacer de nuestro matrimonio, de nuestra rutina, una relación D/s real, sin descansos, sin forzar... y es que ahora Él me domina y yo me someto de manera natural.
Ahora sé que "sentirse sumisa" no es lo que siento cuando Él me ordena que le bese los pies, es un deseo intenso e irrefrenable de tirarme al suelo y besárselos.

viernes, 4 de octubre de 2013

El adiós a mis fantasías



Las fantasías siempre me han fascinado, he tenido millones de ellas. Desde pequeña, por las noches me quedaba dormida fantaseando, secuestros, colegios de niñas internas, una enfermera severa… Siempre han formado parte de mí, pero hace mas o menos un año comenzaron a disminuir, lentamente se han ido extinguiendo y ahora sólo quedan restos de ellas… sinceramente es algo que me preocupaba, disfrutaba mucho con ellas, con esas situaciones imposibles que me excitaban. Desde hace un año, me siento mal cuando fantaseo, siento que traiciono a mi Amo con “otros/as”. No comprendía bien este fenómeno, me angustiaba, pero ayer lo comprendí… Aunque llevamos cinco años intentando hacer del D/s nuestra forma de vida, fue hace un año cuando algo cambió, hasta ese momento habían sido intentos, ajustes, mi Amo no era Él, era el Amo que yo deseaba y que intentaba amoldar a esa imagen de mi cabeza… pero hace un año, Él empezó a definirse, ya no era “mi Amo soñado” era un Amo, con sus gustos, formas y caprichos, y era yo la que me tenía que adaptar a eso, por algo era la sumisa. Y aquí es cuando empezaron los grandes momentos, empecé a sentir la incomodidad de la verdadera sumisión, la que te obliga a hacer cosas que no te apetecen en un momento que no es el adecuado para ti.
Mi Amo comenzó a meterse en mi mente, sin darme cuenta la conquistó, tanto, que si fantaseo con otras situaciones de secuestradores, enfermeras y demás, soy consciente de que no son mi Amo, que si fantaseo con mi Amo haciéndome determinadas cosas, sé que no es real, porque a Él quizá no le gusten. Todo esto puede parecer algo malo, negativo, pero hoy lo veo claro, simplemente es un cambio, en la vida hay que madurar y avanzar, aunque lo anterior nos gustara no podemos aferrarnos a ello. Mis fantasías se están volviendo más maduras y realistas, tanto, que me da miedo imaginarlas, tendría que contárselas a Él y probablemente se cumplirían, y me asusta… me asusta porque otra cosa que he descubierto de las fantasías es que en la cabeza son mucho más llevaderas que en la realidad.
Así que ahora no fantaseo tanto, mezclo deseos con recuerdos, recuerdos de las que ya he cumplido, recuerdos de las que mi Amo ha cumplido conmigo. Y me doy cuenta de que todas las fantasías que me han acompañado desde pequeña eran una manera de dar salida a mi sumisión, darle forma para no estallar, para no sufrir de más, eran un reflejo de lo que anhelaba… por eso se están marchando, o están cambiando, porque la sumisión ya es mi forma de vida, ya no tengo que desearla, sólo vivirla.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Una edad difícil


Las fantasías rebosaban en mi cerebro, el suelo del baño estaba frío, mi entrepierna ardía, me tocaba con los ojos cerrados, imaginando que no eran mis manos las que lo hacían, que no eran unas delgadas y temblorosas manos adolescentes las que me daban placer, sino unos dedos rudos, fuertes y masculinos los que acariciaban mi coñito… Un sentimiento profundo y amargo me embargaba, fantasear era delicioso y traicionero, siempre me gustó conseguir lo que me proponía y ese deseo, en ese momento, me parecía imposible de cumplir. Me incorporé sudorosa, sentada en el suelo miré a mi alrededor, qué podía hacer… Y lo supe, luchaba contra lo que sentía y necesitaba, la lógica no encontraba sentido a todo aquello, pero el instinto me gritaba, me empujaba histérico… Con el inodoro cerrado, apoyé mi estómago en la tapa, el frescor de la misma erizó mi piel y pezones, lo que no ayudó a sofocar mi excitación. Me imaginaba en las rodillas de un hombre, agarraba mis nalgas fuerte, me las pellizcaba, clavaba las uñas en la carne, me dolía, pero no podía parar… Necesitaba ese dolor para calmarme, estaba enfadada conmigo misma por someterme a todo aquello, necesitaba inflingirme castigo por toda aquella extraña lujuria, no entendía porqué yo era distinta a mis amigas de 14 años, porqué yo sentía esas cosas, el estar en un colegio de monjas no ayudaba mucho, sentía el pecado corriendo por mis venas, envenenándome con pensamientos que me atormentaban pero que me liberaban… Y entonces rompí a llorar, lloré por el daño en mis nalgas, lloré por lo ridícula que me veía encima del water, por lo ridícula que era mi lata de nesquik donde guardaba objetos cotidianos a los que yo le daba un uso más perverso, y sobretodo lloré por que necesitaba que la puerta de mi baño se abriera de repente, y ese hombre de mi cabeza se manifestara, me agarrara del pelo y me reprendiera por ser una niña sucia, necesitaba que ese hombre al que le pertenecía en mis fantasías fuera real, rogué con el sabor de las lágrimas en mis labios, recé porque sucediera un milagro oscuro y perverso, lo necesitaba tanto… la puerta no se abrió, la realidad me abofeteó todo lo fuerte que pudo, ese hombre no existía... Mi cuerpo se relajó, dejé mis brazos colgando, estaba abatida, triste, con una amargura poco propia de una niña de mi edad. Sin ganas de nada recogí el baño, me di una ducha y me vestí, mi madre pronto llegaría a casa, y yo tenía que volver a ser la niña “normal". Con mi oscuro secreto guardado bajo llave.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Otoño



Ya ha llegado el Otoño, con su hermoso olor a tierra mojada, con su viento picaron que te levanta la falda… el Otoño es una gran estación, llena de nuevos comienzos, ilusiones y proyectos, llena de tardes en casa de peli, manta y palomitas. Y es que, quién no disfruta del crujir de las hojas al pisarlas, de los colores con los que el Otoño viste los árboles y paisajes, de las primeras noches de acurrucarse y dormir abrazados, ya pasó el tiempo de de las ventanas abiertas y dormir cada uno en un lado de la cama por el agobiante calor. El Otoño es suave, te mece y te eriza la piel, sientes el placer de cubrirte con una chaqueta… Quizá haya estaciones más divertidas, más alegres o más bonitas, pero el Otoño es la estación de los sentidos, de cerrar los ojos y oler, abrirlos y contemplar, del roce del aire y las gotas de lluvia en nuestra piel aún al descubierto, del sabor a castañas en el paladar…
 El Otoño es la estación de la belleza, de la elegancia, de lo sutil.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Al techo (3ªparte)



“Muy bien tesoro, así me gusta, que me obedezcas” aunque su polla me penetraba completamente, ante esa situación noto como la presión aumenta, se está excitando aún más y noto sus espasmos de placer dentro de mí. Empieza a entrar y salir un poco, intenta habituar mi culo a sus movimientos, quiere controlarse, pero la situación puede con Él y comienza a dejarse llevar. Se dobla sobre mi espalda, para agarrarme los pezones, sabe que ante eso mi cadera se moverá sin que pueda controlarla. El dolor sigue presente, pero a mi cabeza ya no le importa. De repente para, la saca, y con un gesto rápido me tumba sobre la alfombra boca arriba, agarra mis piernas estiradas con una mano y con la otra se ayuda para volver a penetrar mi culito. Una vez dentro, me abre, se tumba sobre mí y me presiona con el peso de Su cuerpo, se mueve rápido, duele, le pido que pare… “Perdóname pelusilla, no voy a parar, lo siento, pero no puedo” me dice mientras me enviste rápido y profundo, pero lejos de no gustarme, mis manos se han deslizado hasta sus nalgas, agarrándolas con desesperación para que me llegue mas profundo, acompañando su movimiento cuando sale y entra… entre jadeos y cara de dolor le pregunto “¿Amo, puedo correrme?” asiente. Lo agarro aún más fuerte y le incito a que haga los movimientos más largos... ya no puedo resistirlo, me siento tan Suya, sufriendo por Su placer, disfrutando con algo que otros tachan de tabú, con el clítoris tan inflamado y palpitante que me corro sin remedio, un orgasmo intenso y salvaje, que me hace gemir fuerte, morderme el labio y apretar fuerte los ojos. Los abro lentamente, cuando pasa la sacudida, veo Su cara, otra vez esa sonrisilla, no, no puede ser “tu te has corrido, pero a mí aun me queda un rato” la desesperación me invade, soy consciente de mis límites, y sé que tras un orgasmo, cualquier atisbo de placer desaparece, por lo menos por unos minutos, los justos que Él necesita para llegar, sé que ahora sí voy a sufrir.

Sigue embistiéndome, sólo siento angustia y dolor, quiero que acabe ya, pero también sé, por experiencia, que si Él quisiera podría aguantar horas, tengo que andarme con cuidado, como las quejas y las malas caras no darán resultado decido usar mis armas… me llevo dos dedos a la boca, los lamo lento, paso mi lengua entre los dos, lo miro provocativa y los deslizo hasta mis pezones, jugueteo con ellos. Pellizcando y acariciándolos consigo que se le ponga más dura, que en sus ojos la excitación sea más palpable, pero no es suficiente. Pongo una mano a cada lado de Su cara, lo acerco a la mía y comienzo a darle un beso húmedo y profundo, lo beso con desesperación, llenado Su boca con mi saliva , me separo un poco, le giro la cabeza para susurrarle “ Sí Amo, fóllele el culo a Su putita, hágame sufrir, que es lo que me merezco, lléneme de leche, quiero sentirla dentro de mí, marque Su territorio con ella, derrámese mientras lloro de dolor” los espasmos comienzan, me embiste con más fuerza, aguanto sin quejarme, sé que ya queda poco. Cierra los ojos, gime y pone ese gesto de placer que solo le sale cuando tiene un orgasmo gracias a mi culito, da las últimas sacudidas y se desploma sobre mí.
Me besa toda la cara con besos cortos y suaves, me mima como a un tesoro, está satisfecho y orgulloso de mí.
Yo, cansada, hipersensible y dolorida, pero llena de felicidad, llena de Él.
 

jueves, 26 de septiembre de 2013

Al techo (2ªparte)



Los hombros se me resintieron cuando soltó mis manos, el estar tanto rato atada había hecho mella en las articulaciones. Sentí cierto alivio, que desapareció al recordar para qué me soltaba. Agarró mi nuca con una mano, y firme, pero sin brusquedad, me llevó hasta el suelo. Cuando me tuvo a cuatro patas me quitó el antifaz, me costó un poco adaptarme al cambio de iluminación, al enfocar la vista vi que estaba ante el gran espejo que ocupa toda una pared del sótano, cuando mis padres vivían en la que ahora es nuestra casa, lo pusieron con la intención de convertir esa habitación en una sala de baile, no sabían que años más tarde sería testigo de los perversos juegos de su niñita. Cuando dejo de aturdirme con ese pensamiento me concentro en lo que está pasando, me veo en el espejo, a cuatro patas, mi Amo desnudo, de pie tras de mí, me siento vulnerable, me veo pequeña ante Él, me fijo en Su cara y tiene puesta esa sonrisilla pícara que me derrite a la vez que me asusta. Se va arrodillando lentamente, empieza a amasar mis nalgas, las aprieta fuerte… “¿Estás lista cariño? Bueno, da igual, yo sí lo estoy. Ahora vas a contar hasta cinco, despacito, que saboree cada instante” Noto como coloca la punta de Su sexo en la entrada de mi estrecho agujerito, empiezo a contar UNO… Él hace pequeños, casi imperceptibles movimientos DOS… TRES…CUATRO… cada número lo alargo más, sé qué pasara cuando llegue al maldito CINCO… Su polla me penetra sin vacilar, un dolor intenso me ataca, no lo puedo soportar, mis músculos se tensan ante tal invasión “¡Ay, Amo! No puedo, no puedo” le suplico, verdaderamente no lo puedo soportar “Ssshhh tranquila, ya ha pasado lo peor, ya esta entera dentro, relájate, no voy a sacarla…” me habla mientras me acaricia el pelo, y ya está, ya ha dicho las palabras mágicas, tiene el poder de hacer sufrir mi cuerpo mientras hipnotiza mi mente. Efectivamente el dolor agudo deja paso a uno más llevadero, aunque sigo paralizada, cualquier mínimo roce intensifica la tensión, el dolor. Él está quieto, lo que lejos de tranquilizarme, me pone nerviosa, para qué se estará preparando… Me agarra de pelo, tira hasta dejarme la cabeza alta, “mírate en el espejo, mira a esa muchacha inocente, mira como sufre, pídele perdón, discúlpate por ser tan zorra, mira sus lágrimas y dile que las derrama sólo por tu placer, solo por que quieres estar cachonda como una perra” soy sumisa pero tengo mucho orgullo, y no solo no digo nada, sino que aprieto los labios desafiante. Tira más fuerte de mi pelo, mientras la saca poco a poco de mi culito, torturándome lentamente, y es que sabe que odio esa sensación, soy orgullosa pero débil, no aguanto mucho los pulsos… Fijo la mirada en mi reflejo, “Lo siento, siento ser tan puta que necesite llorar para gozar, siento torturarte solo por mojarme, siento ser una guarra” parece una tontería, pero enfrentarte a tu imagen frente al espejo es duro, te lleva a lo más hondo, y es entonces cuando la humillación me emborracha, me nubla los sentidos y lleva mi sumisión a otro nivel.

Al techo



De pie, atada a un gancho del techo, con un antifaz que me impide ver… lo noto moverse a mi alrededor, observando cada pequeño movimiento de mi cuerpo expuesto, lo oigo juguetear con la correa, la espera se me hace eterna, en qué momento y en qué lugar caerá el primer golpe. Tiemblo, emito pequeños gemidos de nerviosismo… quiero parar esa tortura, no me gusta el dolor de los azotes, sé que suena extraño, odio el dolor, no me gusta sufrir, pero adoro lo que este provoca en mi mente. En esos momentos me gustaría que todo parara, salir corriendo llorando, aunque no me muevo, algo me lo impide, y es saber que en cuanto acabe y Él me abrace para secar mis lágrimas, todo cobrará sentido. Hay que pasar por el infierno para llegar al cielo, Su cielo.
El primer golpe cae en mi espalda, pica, escuece, por unos segundos creo que no lo soportaré, pero pronto cesa, hasta que cae el segundo un poco más abajo, me quejo “Cállate, no quiero oír tus lloriqueos” aprieto los labios y cae el tercero, en mi culo, intento relajarme, respiro profundo, sé que con los músculos tensos es más doloroso. Poco a poco va cogiendo ritmo, intercalando la fuerza del golpe, me va asestando duros correazos, en el veinte pierdo la cuenta… oigo como el cinturón cae al suelo, abraza mi cuerpo tembloroso, húmedo por el sudor frío de soportar el dolor “Ya mi vida, ya pasó” acaricia mi pelo con ternura, se coloca a mi espalda, pasa su dedo suavemente por las marcas que me acaba de infligir, las admira… se arrodilla ante mi culo, se acerca poco a poco, noto su aliento cada vez más cerca, una sensación intensa me invade cuando noto sus dientes clavados en la nalga, aprieta y aprieta, incluso pienso si seguirá hasta arrancarme la carne, me suelta “Mmm cómo me gustaría devorarte, comerme ese culo que tienes, quizá lo haga, quizá te apriete tan fuerte que pueda probar el sabor de tu sangre” me agito, si decidiera hacerlo no podría evitarlo de ninguna forma, mis manos están fuertemente sujetas, bueno, quizá si podría evitarlo, pero... no es Él el que me da miedo, soy yo, si decidiera hacerlo ¿Querría parar? ¿Querría romper la cadena de sensaciones que se desatan en mi interior? o soportaría tal dolor por seguir sintiendo, torturaría mi cuerpo en pro de mi deseo… Un pellizco en el pezón me saca de ese pensamiento, ahora juguetea con mis pechos, lame uno mientras pellizca el otro, una corriente recorre mi cuerpo hasta el clítoris, no puedo evitar que mi cadera haga movimientos buscando algún contacto “Eres una auténtica zorrita, mira como me buscas, quieres que le de alivio a tu coñito, eso es lo que hacen las guarras” me habla mientras desliza dos dedos suaves en mi interior, los deja dentro sin moverlos, y vuelve a estimular mis pezones. Sus dedos quietos junto a esas ganas de que me folle es una tortura “Venga, se una buena putita y dile a tu Amo lo que quieres” quizá mi cuerpo actúe sin tabúes, quizá se mueva sin represión, pero mi boca está llena de barreras, mi cadera puede gritar con sus movimientos que quiere Su polla, pero mi boca no puede ni susurrarlo “no voy a hacerte eso que tanto te gusta hasta que no me lo pidas” mis pechos no pueden más, siento como mi flujo recorre el inicio de los muslos y lo necesito “ Amo, quiero que me folle con Sus dedos, fuerte y profundo, como solo Usted sabe hacerlo” sigue quieto, el poner mis mejillas ardiendo de vergüenza no ha sido suficiente “No eres una niña educada, ¿Cómo se piden las cosas?” Lo grito ”Por favor Amo” Sus dedos empiezan a moverse dentro de mí, en el ángulo perfecto, a la profundidad ideal y con la velocidad que me hace enloquecer, gimo, gimo fuerte, aprieto los dientes, agito la cabeza de un lado a otro, y para. Me quedo relajada y jadeante, se acerca a mi oído y me susurra “¿Crees que tu culito estará abierto y lubricado de tanto placer? Reza porque así sea… ahora voy a soltarte, te pondré a cuatro patas como la perra que eres y te lo follaré sin piedad” la piel se me eriza, intento quejarme, pero mi boca traicionera lo único que emite son gemidos de placer, a quién voy a engañar, lo deseo fuerte…