martes, 31 de diciembre de 2013

Nochevieja

La tradición en mi casa es hacer una lista de las cosas que han pasado en el año que se va, y aunque empezó regular, y poco a poco se fue convirtiendo en uno de los mejores años, en muchos aspectos, de mi vida. En cuanto a mi relación considero que ha sido el mejor de nuestra vida como pareja, tras varios años de adaptación y aprendizaje, nos hemos asentado y establecido como Amo y sumisa, hay tantos detalles y vivencias que se van con el 2013... comenzar a llamarlo de Usted siempre, mi tatuaje, mi primera vez con una mujer... puff no puedo enumerarlos todos. 
Pero por muy bueno que sea el pasado, es ley de vida ver morir lo viejo para que resurja lo nuevo, así que con grandes honores le digo adiós al 2013 y saludo con incertidumbre y esperanza al 2014.

Esta noche cenaremos con la familia y tomaré las uvas con un vibrador, del que mi Amo tiene el mando, dentro de mí. Despediré el año con placer y, ya a solas, daremos la bienvenida al nuevo brindando y... ¡ con más placer ! ¿Qué haréis vosotros?

martes, 24 de diciembre de 2013

Feliz Navidad!!

En Navidad hay tiempo para todo aunque parezca que no lo hay para nada, aprovechad ese tiempo para estar con los vuestros, para hacer las cosas que más os gustan y por supuesto no olvidéis dejar un ratito para el juego...
Que paséis una gran Nochebuena, una feliz Navidad, y que Papa Noel os traiga perversos regalos...

martes, 17 de diciembre de 2013

A una amiga


Iba a esperar al Viernes para escribir esto, pero he visto que hoy era el día mas adecuado.
Hay historias tan tristes y bonitas que parecen de novela, hay personas que con la alegría y cariño que derrochan, no parece que sean las protagonistas de ellas. Ese es el caso de una persona que, no es que se cruzó en mi camino, sino que estoy segura que alguien la puso en él porque teníamos que conocernos. Desde el primer momento sentí una simpatía especial, la sentía cercana y cómplice, no miento, alguno de mis tuits de hace tiempo dan fe de ello. Para colmo esa sensación era recíproca, y comenzamos lo que hoy puedo llamar amistad, no vivimos en la misma ciudad, pero los "cafelitos" que nos echamos son únicos, ella me ha ayudado con "mi rubia tonta" interior, como ella muy acertadamente bautizó. Siempre me ha sacado una sonrisa cuando he estado triste. Este fin de semana pude ver su cara, cosa que me ha alegrado muchisimo, ya me había conquistado con su interior, pero al mirar su foto la cercanía y simpatía hacía ella me invaden, y espero que a ella le pase igual con la mía. 
Hoy sé que es día difícil para ella, que las lágrimas le vendrán a los ojos, y lo único que me apetece decirle es que las deje rodar, hay penas que hay que vivirlas, dejarlas salir, y limpiarnos, hay que dejar de ser fuertes por un instante y dejarnos llevar. Para mí ella es todo un ejemplo, admiro la fuerza y alegría que derrocha, el cariño con el que se enfrenta a los momentos duros que le tocó vivir. No sé qué más decirle, lo único que deseo es que sienta mi apoyo y quiero pedirle, al gran hombre que sé que está a su lado, que la apriete fuerte entre sus brazos y le transmita el gran abrazo que me gustaría darle. Estoy segura que en un futuro, no muy lejano, nos veremos en persona y te lo podré dar yo, lo deseo de corazón.
 No diré su nombre, por respeto, pero ella sabe perfectamente que es la destinataria.
Un besazo enorme

martes, 10 de diciembre de 2013

Un sábado de vino, de felicidad

Este sábado hacía un día espléndido en nuestra ciudad, el sol lo inundaba todo, sabía que iba a ser un gran día. Dejamos a las niñas con los abuelos, por mucho que nos cueste dejarlas, somos conscientes de que hay que vivir momentos a solas, sentiros pareja, cultivar nuestra relación. Subimos al coche, íbamos a una cata de vinos en unas bodegas un poco alejadas, pero no importaba, me encanta viajar con Él, verlo conducir me excita mucho... antes paramos en una gasolinera, Él bajó, yo lo miraba desde el coche, iba guapísimo, estaba muy sexy con esa ropa, le explicaba a unas jóvenes cómo funcionaba el cajero para pagar, Su reloj asomaba mientras gesticulaba, pensaba en que esas mujeres no podían imaginar cómo era ese hombre con el que hablaban, las cosas que le gustaba hacer... Subió al coche refunfuñando por lo niñatas que eran, lo que les hubiera hecho, la bofetada que se merecían por tontas e inmaduras. Me dio Su abrigo para que lo sujetara. Yo llevaba vestido, así que lo puse sobre mis rodillas para calentar un poco las piernas. El viaje comenzó. Hablamos, escuchamos música... ya llevábamos un rato de carretera cuando me preguntó qué ropa interior llevaba, se lo dije, se la enseñé. "Mira dentro del bolsillo de mi abrigo" no me lo esperaba, metí la mano, y allí estaban, los pesos se movían, suaves... "Póntelas" cogí las bolas chinas y me dispuse a metérmelas, me bajé las braguitas, Él se lamió los dedos y untó su saliva para ayudar a que entraran. Así continuamos hasta que llegamos a las bodegas, un poco tarde por cierto. 
El grupo de personas era diverso, familias, un grupo de ciegos, alguna que otra pareja... me gustaba vernos allí, juntos y solos, nos veíamos elegantes. Empezamos con la cata, estaba contenta, tengo que reconocer que no había desayunado con las prisas, y los vinos se me subieron rápido. Notaba las miradas, un muchacho me miraba desde su rincón, intentó disimular cuando lo descubrí, aunque un segundo después volvió a hacerlo, en una silla había otra joven que también nos miraba descaradamente... sinceramente, quizá fuera casualidad, o mera curiosidad, pero tenemos secretos y me gustaba pensar que esa gente notaba que estaban allí, quizá porque no los ocultamos mucho... no dejé de llamarle de Usted, bueno, al principio sí, pero Él me corrigió y no volví a tutearle. Cuando salimos el paisaje era precioso, nos paramos delante de las viñas, el aire era cálido, una sensación plena me embriagaba, quizá era el vino, pero podía saborear la felicidad de ese momento, no importaba nada más, solo estar ahí con Él a mi lado.
 Fuimos a comer a un restaurante del lugar, estaba en una casa-cueva, construcciones típicas. Nos pusieron en una mesa de dos, en una zona pequeña, en la que solo había otra pareja, compañeros de la cata casualmente. Después de tener sólo vino en mi cuerpo tenía que ir al baño, necesitaba vaciar un poco de líquido, había aguantado mucho, no soporto los baños públicos, y menos si tengo unas bolas chinas dentro de mí. Ante lo inevitable, me las saqué, las lavé y me las volví a meter. Salí con las mejillas ardiendo de la vergüenza que tenía de mí misma, nadie me había visto, pero yo sí. Él sonrió al verme la cara, le encanta ponerme en esas situaciones tontas que a mi me cuestan tanto.  Hablamos de sexo, de mis bolas chinas, de si alguna vez conoceremos a alguien más con quienes compartir sesiones... el Usted resonaba, los silencios de la pareja vecina me hacían ver su extrañeza... no me importaba. 
Dimos un paseo por el pueblo, volvimos a la ciudad, paramos en un centro comercial para descambiar una prensa Suya, la gente, el bullicio me devolvió a mi timidez habitual, me costaba guardar las formas, en el probador me agarró de la cara, "¿Me vas a hablar bien, o me vas a obligar a que te abofetee aquí mismo?" Un "No, Amo" susurrado, casi inaudible salió de mi boca. Volvimos a casa, esa noche teníamos visita, había que encender la chimenea y terminar de prepararlo todo. 
Fue un día maravilloso, lleno de muchos pequeños detalles y de grandes sensaciones, no hubo sexo duro, ni azotes, ni cadenas, ni látigos, nada de eso, sólo había gestos, gestos que me hicieron sentirme feliz y Suya.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Historias para no dormir... de placer 2



La monja y el joven discutían, la monja estaba roja de enfado e intentaba persuadirlo – No te la puedes llevar, acaba de llegar, no he terminado de hacerle la entrevista inicial, no sabe ni de qué va esta historia. – Creo que por lo que ha visto se habrá hecho una idea, no quiero a una de esas chicas-robots, no quiero que ya la hayáis educado para simplemente obedecer fríamente, quiero una joven a la que moldear a mi antojo, no soy uno de vuestros clientes habituales, que quieren un animalillo amaestrado…- La monja estaba sentada en su silla, y tanto él como ella sentados frente a la directora escandalizada. Ella estaba tensa, rígida, aún no había reaccionado, estaba paralizada y aterrada, qué clase de conversación era aquella, dónde quería llevarla ese desconocido, qué se supone que tenía que saber de aquel sitio. Un fuerte golpe la abstrajo de sus pensamientos, él estaba de pie, harto de la discusión había dado un golpe sobre la mesa – Me he cansado de esta conversación inútil, he venido a por una mujer y me voy a llevar a esta, yo pago, yo decido.- La monja respiró profundo, tragándose las miles de palabras más que tenía para aquel hombre. Intentó recuperar la calma y cambiando el gesto forzadamente sacó unos papeles de un cajón y se los entregó. Él los leyó detenidamente mientras la directora se dirigió a ella, con palabras y gestos fríos e impersonales –Los planes para ti han cambiado, ya no te quedarás aquí, cogerás tu maletita y te irás con él, es inútil que digas que no quieres, que te resistas a esto, la decisión ya está tomada y no tienes otra alternativa. Él cuidará de ti ahora. Firma aquí
- Había mantenido la cabeza gacha todo el rato, no quería mirar a aquellas personas que tan horribles le parecían, esas palabras se le habían clavado en el estómago. Levantó la vista cuando la monja terminó de hablar, y vio que él también la miraba fijamente ofreciéndole un boli para firmar los papeles que antes leía. Una vergüenza casi inhumana le recorrió el cuerpo, y de manera instintiva cogió el boli y firmó, el objetivo estaba claro, quería dejar de ser el centro de las miradas. Qué tonta fue, con ese gesto acabó con todas sus opciones. Él también firmó, acordó algo más con la monja y se dispuso a levantarse. Ella seguía encogida en la silla cuando notó que la agarraba suave pero firme del brazo – Levántate, nos vamos. El terror se apoderó de ella, la realidad la golpeó de lleno, tenía que irse con aquel hombre, y no sabía qué iba a hacer con ella, nada bueno por supuesto, el pánico hizo que echara a correr hacia la puerta, necesitaba huir, sin plan ni premeditación, solo correr y correr lejos de allí. Pero la maldita puerta no se abría, tiró y tiró del pomo, gritó llorando a lágrima viva como si la puerta fuera a ceder ante sus súplicas. De repente paró, eso no iba a suceder, se giró y los vio a los dos de pie, la monja irritada con ganas de dirigirse a ella, pero él tenía un brazo extendido, cortándole el paso a la señora, su gesto era sonriente, tranquilo y con un aire perverso que la hizo temblar. Se agachó un poco, cogió la maletita marrón de la chica y tranquilamente se dirigió a ella, al cogió suave de la mano – Venga cariño, nos vamos a casa- eran unas palabras horribles para ella, pero que él pronunciaba con ternura- por tu bien espero que no montes ninguna escenita más, te aseguro que no ganarás nada con ello. Ella se rindió por el momento, quizá en el exterior tuviera otra ocasión para huir, sin puerta ni llaves. Se alejaron por el pasillo de la mano, ella con la mirada en el suelo, evitando la de él que de vez en cuando se dirigía a ella.

Llegaron al coche que estaba aparcado entre las dos palmeras de la entrada, se quedó de pie, mirando fijamente al portón negro cerrado a cal y canto, el atisbo de esperanza que tenía de huir al salir del edificio, se esfumó. Él guardó la maleta, abrió la puerta del copiloto y viendo que la joven no hacía ningún movimiento la empujó suavemente por la cintura. Entró en el coche de manera automática, la cabeza le daba vueltas, en qué momento había perdido el control de la situación, el control de su vida, de todo. Habían pasado  sólo unas horas desde que llegó a aquel sitio y le parecían meses, no podía dar crédito, esta situación era irreal. Salieron del centro, tenía la cabeza echada en el cristal de la ventanilla, veía pasar los árboles, las farolas, los paisajes, intentaba abstraerse, quería obviar que un hombre desconocido conducía ese coche, a un lugar más desconocido aún. Una mano en su pierna la sorprendió, era él, le acariciaba la rodilla de manera descarada: - Sé que estás asustada, es lógico que no entiendas nada, poco a poco lo irás asimilando, y quiero que sepas, que aunque ahora no lo creas, has tenido suerte de estar aquí, de que fuera yo quien te escogiera, tu futuro en ese sitio hubiera sido más duro que el que te espera conmigo, te lo aseguro.
 Ella se limitó a pegarse un poco más a la puerta, intentando zafarse de esa mano que la incomodando, haciendo oídos sordos a aquellas palabras que le parecían una broma de mal gusto.
El coche se paró en una calle sin salida. Estaban en una urbanización de chalets privada. Al salir del coche miró a su alrededor, y otra angustia la invadió, no tenía ni idea de donde estaba, instintivamente buscó a algún vecino, algún coche que acabara de llegar, para correr y pedir ayuda –No hay nadie, es un lugar tranquilo, estas casas son de veraneo, en esta época se está muy a gusto sin vecinos- le dijo, como si le hubiera leído la mente. Sin darle tiempo a pensar otro plan de escape, la llevó del brazo al interior de una de las casas. Era un chalet grande, blanco, bonito, la entrada era una placeta con una fuente en el centro, subieron las escaleritas del porche para llegar a la puerta principal. Entraron. Era una casa bonita, no muy ostentosa, la entrada era de un azul intenso con los muebles en blanco, con un aire mediterráneo. – Espero que te guste mi casa, bueno, ya es tu casa también, no tengo grandes lujos, pero los justos para vivir a gusto. Es una casa grande, te la enseñaré.- Subieron hasta la parte mas alta de la casa que tenía varias plantas. Llegaron al dormitorio, al igual que la entrada era bonito y sencillo, una cama blanca y un armario de espejos frente a ella. No se atrevía a entrar, los nervios le oprimían el estómago, estaba paralizada, por eso él volvió a empujarla hasta que se quedó de pie frente al espejo. Él comenzó a dar vueltas alrededor de ella, la miraba de arriba abajo, mientras ella se quedaba inmóvil, asustada y cohibida. – Bueno, he querido que subiéramos antes aquí porque creo que es el mejor sitio para hablar. No debería darte explicaciones, la mayoría no lo hace, pero ya te he dicho que no soy como otros-se había detenido delante de ella, y le sujetaba la barbilla para que lo mirara a la cara, auque ella desviaba la mirada para no cruzarse con la de él- esto es muy sencillo, lo que tienes que entender es que me perteneces, puedo hacer contigo lo que me plazca, en cualquier momento, ahora bien, no te consideraré un animalillo como hacen otros, yo quiero que seas mi mujer, una mujer obediente, eso sí, pero quiero conquistarte, no quiero una esclava, quiero una mujer sumisa. Se que podría encontrar una novia de una manera normal, pero yo no soy un hombre normal, tengo unas necesidades especiales, y creo que tu eres la única que las puede satisfacer. El sitio en el que estabas es una escuela para señoritas, os educan para hombres como yo, que quieren mujeres sumisas, hombres dominantes, Amos. Te escogí a ti porque estás sin educar, no quiero un autómata, esas chicas ya están enseñadas, son frías y distantes, ya saben lo que les espera si hacen algo inconveniente, tú no, y eso me gusta. Quieres decirme algo- Miles de cosas pasaban por su cabecita, miles de preguntas extrañas que no se atrevía a hacer, no por miedo, sino por vergüenza –quiero irme- fue lo único que su boca pudo pronunciar. Él puso un gesto de ternura y le acarició la mejilla –Lo sé, pero no te puedes ir, ya te he dicho que eres mía- No entendía cómo podía ser tan cínico, cómo podía decir esas palabras tan malas para ella mientras parecía el hombre más bueno del mundo. – Ahora, voy a hacer algo que quizá no te guste, pero que yo estoy deseando y que es necesario.- Su cuerpo tembló, sabía lo que iba a pasar, desde el primer momento lo sabia, aunque no había querido pensar en ello. Él comenzó a desabrochar su camisa dejando los pechos al descubierto, los miró con ilusionado, como el que abre un regalo en navidad, y comenzó a acariciarlos, pellizcó sus pezones, los besó y lamió. Ella se mantenía impasible, mirando al frente como zombi. –Tienes que perdonarme por lo que voy a hacer, yo no soy así, me gusta tomarme tiempo, jugar… pero es la primera vez y tiene que ser así.- La agarró de los hombros y la fue tumbando en la cama, las lágrimas de ella comenzaban a aflorar, todo aquello no era una pesadilla, era real, y no podía evitar que pasara. Notó como le quitó las braguitas que tenía bajo la falda del uniforme del orfanato, que aún llevaba puesto, miró hacia él y vio como se desabrochaba el pantalón… cerró los ojos, no quería ver más, el peso de aquel hombre cayó sobre ella, se movió hasta abrirle las piernas, y sin más preámbulo notó como la penetraba de un solo movimiento, rompiendo su virginidad. Instintivamente comenzó a llorar, con un llanto histérico, había despertado de su pasividad, quería escapar, sin plan ni razón, pataleaba y empujaba con los brazos a aquel hombre que la desvirgaba, éste le agarró fuerte las muñecas –No llores, cariño, no llores- Le decía entre gemidos, hasta que paró y se desplomó sobre ella, que seguía llorando e hipando. Él se tumbó a su lado –Ya pasó cariño, era necesario, ahora sí eres mía. Y es ahora cuando te empezaré a enseñar cómo me gustan las cosas.- Ella seguía llorando sin control, no quería parar, apretaba fuerte para llorar aún más fuerte – Para, no sigas llorando, me molestan tus lloriqueos- ella seguía- que pares he dicho- se incorporó un poco, y viendo que no se calmaba le asestó una bofetada. La cara le picó, se quedó paralizada agarrándose la mejilla y mirándolo fijamente asustada. Una sensación extraña la invadió, era humillación, dolor, impotencia…y algo más, algo que no era del todo malo, no sabía qué era, pero sintió algo más

Continuará…

martes, 3 de diciembre de 2013

Una canción, mil sensaciones


Era invierno, en medio de una sesión, en el sótano, para las sesiones siempre el sótano, el colchón en mitad de la habitación, las luces apagadas, tan solo la luz naranja de una estufa iluminaba la escena, aunque con mis ojos vendados solo percibía el calor que irradiaba. Sentía inquietud, excitación e indefensión, Él iba utilizando diferentes objetos, unos dolían otros me excitaban hasta el límite del orgasmo, a cuatro patas con mi ropa interior negra sólo podía dejarme llevar, todo era perfecto, me gustaba sentirme así... Me tumbó boca arriba, la canción " She wolf " comenzó a sonar, fuerte y penetrante, se metió en mi cerebro, Él se puso encima, me quitó el antifaz, cuando mi vista se acostumbró a la luz pude ver Su rostro iluminado por la misma, estaba muy cerca y me sonreía tierno, me abrió las piernas y comenzó a penetrarme. No sé si fue la música, si fue ver Su cara después de todo lo que me había hecho a oscuras... el caso es que se convirtió en un momento mágico, de película, me follaba rítmicamente, muy pegado a mí, sentía Su olor, Su piel, Su posesión, y esa canción sonando. Fue un momento único que me transportó, no pensaba, solo sentía...
Meses después, este verano, en una barbacoa con amigos, yo estaba sentada con las mujeres, Él en la barbacoa con los hombres, esta canción comenzó a sonar, en cuanto me di cuenta, lo miré, Él me miró y me guiñó... Un hormigueo me recorrió las piernas, el estómago y se concentró en mi entrepierna, la imagen de aquella sesión me vino, con sólo un guiño me recordó los momentos y sensaciones que vivimos juntos, que ninguno olvidamos y que ninguno de nuestros amigos alcanza a entender. Son solo nuestros.