miércoles, 23 de abril de 2014

Divagaciones varias




Me gusta mirar a las personas y ser consciente de lo mucho que ignoramos de ellas, estás con una pareja de amigos, los ves hablando entre ellos y te das cuenta de que hay gestos que nunca verás en sus caras, que ignoras las palabras que se dicen mientras hacen el amor, los fetiches y fantasías que se cuentan o que aún no se han atrevido a compartir. 
Nosotros somos una pareja bastante transparente, o eso creen nuestros amigos, saben que debo obedecer, saben que me azota, que me castiga con una correa, todo esto tiene diferentes reacciones en ellos, a una amiga le crea rechazo, siempre se pica con Él porque es demasiado autoritario, e intenta "defenderme" cosa que no tiene ningún efecto como habréis podido imaginar, no necesito que me defiendan de algo que para mí no es un ataque. Otra amiga, en un juego tonto que inventamos de decir lo que más nos gusta de cada uno de los amigos del grupo, dijo que lo que más le gusta de Él es su mirada, cosa que me llamó especialmente la atención, ya que para mí es lo que mas emociones me provoca, miedo, excitación... A ellos les excita, a unos solo desde fuera, a otros le gustaría participar, otros muestran claramente que me querrían poseer, es esa ironía de que les gusta que me ceda, pero que si fuera suya no dejarían que nadie se acercara. Aunque ellos lo tienen aceptado y es algo con lo que bromean bastante, no tienen ni idea del alcance de nuestra relación, no pueden imaginar nuestras conversaciones, nuestra forma de actuar, nuestro sexo... aunque Él me ofrezca o juguemos con otras personas, esos juegos no son nada con nosotros a solas. Nunca me verán desnuda sobre la cama, porque la cama es sólo nuestra, no me verán ofreciendo mi culo para que lo azote, ni me verán llorar por el dolor, o por haberlo decepcionado... 
Es muy curioso, que hay cosas que para nosotros son tan naturales y las tienes tan asumidas que no te das cuenta de lo que provocan a los demás. Hubo una situación que me llamó especialmente la atención. Tras una fiesta en nuestra casa, ya sólo quedaban dos de nuestros amigos, un poco achispaillos, para qué negarlo jaja. Estábamos hablando alegremente de cosas picantonas, en un momento, Él se dirigió a mí,  comentando que yo le obedezco y esas cosas, al terminar dijo, si es que eres una guarra. Lo dijo en un tono excitado más bien cariñoso, pero aunque lo hubiera dicho agresivo el efecto hubiera sido el mismo en mí, me hubiera dado igual. Al ver que yo no emitía ninguna emoción ante el comentario, uno de ellos, me dijo, "te acaba de decir guarra, no le vas a decir nada?" a lo que yo contesté "ya lo sé, es que soy una guarra, bueno, Su guarra". A lo que el me dijo admirado "Dios, eres increíble". Creo que las mujeres hemos intentado meternos tanto en nuestro papel de señoritas perfectas, puras e inocentes, que hemos olvidado el placer de la brutalidad, me gusta hacer las guarrerías que Él me pide, así que por definición soy una guarra, pero eso no hace que otras veces sea una señorita educada y recatada, o no quita que me merezca ser tratada como una princesa, simplemente disfruto de la naturalidad en cada momento. Es lo que me gusta de pertenecerle, me hace sentir intenso cada minuto a Su lado, cuando me mima, me abraza y me besa, cuando me proteje como al ser más indefenso, o cuando me azota, me folla, y me abofetea. 
Es algo que siempre tengo presente, sólo tengo esta vida para disfrutarla sin tabues, para llenarla de los placeres que tengo a mi alcance, y no voy a reprimir ni un ápice la sensación que me recorre cuando me dice lo zorra que soy, la sensación que me recorre cuando me siento una zorra.