martes, 25 de febrero de 2014

Humillante


En una relación D/s, hay actos evidentemente humillantes, que te insulten, que te abofeteen, que te hagan hablar con una mordaza en la boca... pero a mi personalmente esas cosas me humillan superficialmente, no profundizan. Sin embargo hay otras mucho más simples o tontas que calan en mi interior, y hacen que me sienta verdaderamente humillada. Una de esos gestos es la correa, pero no la de azotar, sino cuando mi Amo me engacha la correita de perra a mi collar y tira de para que lo siga, eso tiene en mí un efecto inquietante, me siento rebajada, despersonalizada, realmente me aleja un poco de mi parte humana. Respecto a Él también me provoca la extraña sensación de que dejo de ser Su princesita, ya que, por muchos azotes, dolor, o por mucho que me esté usando, siempre siento que lo hace venerándome, estableciendo una conexión especial entre los dos, pero la correa me distancia de Él, desvanece por un momento nuestra relación de pareja y me convierte en Su objeto, a Su disposición, para saciar Sus instintos sin reparos, no es que no lo haga siempre, la diferencia radica en que con la correa no siento que tenga el seguro del amor, ese colchón que creo que a veces lo frena un poco.
 Otra cosa que me humilla profundamente, va un poco relacionado con eso, y es cuando me obliga a que me corra restregándome con su pierna. Ayer, después de comer, dijo que nos subiéramos a echar una "siesta", yo me las prometía felices, los polvos de sobremesa son mis favoritos, cuando me metí en la cama desnuda, me abrazó y metió Su muslo entre mis piernas, apretándome el clítoris y al oído me dijo "Te vas a restregar hasta que te corras, en cuanto lo hagas te la meteré fuerte y duro. Sé que podría usarte y punto, pero en el fondo soy un blando, primero dejaré que te corras frotándote con tu Amo, como la perra que eres." Para mí fue muy humillante notar Su pierna llena de mi flujo, moverme mientras Él se estaba quieto, sólo mirándo mi desesperación por tener un orgasmo, ya que de vez en cuando, también susurraba amenzas si no lo conseguía. Me sentía ridícula haciendo esos movimientos animales, gimiendo mientras Él sólo sonreía. Finalmente lo conseguí, y tal como prometió, me penetró en el momento de más sensibilidad, fué intenso y muy placentero.
Esto no es un comentario negativo hacia esos actos, todo lo contrario, esa distancia que a veces surge en determinadas situaciones, me alejan un poco más del marido, y me acercan mucho más al Amo.

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