jueves, 12 de junio de 2014

El collar y el Amo





Yo lloraba a "moco tendido", estaba triste y deprimida, "es que no estoy lo suficientemente delgada, es que no tengo toda la ropa que quisiera, es que tengo cuatro agujeritos de celulitis en el culo, es que no consigo mis metas laborales..." Sí, problemas godísimos (nótese la ironía), y es que he de reconocer que cuando me da la "depresión" me pongo cansina y muy tonta, exagero y mi mente se llena de minicosas que van mal, pero que a mí me parecen lo más grave del mundo. Él estaba en silencio haciendo pesas mientras yo le contaba todas estas cosas. Así estuvimos un rato, yo quejándome y Él en silencio. Cuando terminó me cogió de la mano, y subimos a nuestro cuarto. Yo no sabía muy bien qué hacía, no parecía enfadado, pero tampoco estaba normal, la incertidumbre empezó a ponerme nerviosa mientras subíamos las escaleras hacia el dormitorio. Al llegar me dijo que me desnudara y me pusiera en "Espera" en la cama. Mis peores temores se adueñaron de mí, me iba a caer una buena con el cinturón. Mientras Él buscaba algo en el armario, yo temblaba, estaba triste y deprimida, lo último que quería era que me azotara, pero qué podía hacer, cuando decide hacer una cosa la hace, y mis súplicas o mis intentos de razonar, lo único que hacen es empeorar el resultado. Así que allí me mantenía, lo más serena posible. Pero para mi sorpresa no sacó el cinturon, se acercó con el collar y la correita roja que me compró en Madrid y me los puso. Hacía meses que no me lo ponía, desde nuestra "crisis". Tengo que reconocer que me emocioné, reviví sensaciones que me gustaban, aunque seguía sin saber porqué lo hacía. Tiró de la correa y me bajó al suelo, me dijo que volviera a ponerme en posición de espera, y ató la correa a la pata de la cama. Se puso a la altura de mis ojos, levantándome la barbilla. ""Voy a darme una ducha, mientras, tú te vas a quedar aquí pensando en lo maravillosa que es tu vida, vas a pensar en todas las cosas buenas que te pasan, y vas a reflexionar sobre lo poco que las valoras ¿entendido?" Asentí con la cabeza. Lo escuché meterse en la ducha, oía el agua correr, y yo ahí, en esa situación, sin móvil, ni libros, sin nada que hacer, sin nada en las manos, es una situación en la que rara vez me encuentro. Y efectivamente reflexioné, pensé en la suerte que tengo, en lo buena que es la vida conmigo, en los mil motivos que tengo para sonreír y en lo poco que valoro todo eso, soy una persona tan excesivamente exigente y perfeccionista que en cuanto consigo algo, lo olvido y ya miro en lo próximo que quiero conseguir, pienso sólo en mis fallos olvidando los logros... y sí, también soy caprichosa cabezota... y seguí pensando en todas estas cosas, pero pensándolas de verdad, indagando en el porqué soy así. Un nudo llegó a mi garganta, como cuando era pequeña, un nudo de esos que se te agarran y que no dejan que salga a penas voz. Él salió de la ducha, desnudo se sentó al borde de la cama, yo me agarré a su pierna y rompí a llorar, pero no un llanto como el que había provocado esa situación, sino un llanto profundo y sentido, estaba emocionada, pero ya no estaba triste, estaba agradecida por lo que había hecho ante mi comportamiento, estaba feliz de tenerlo a mi lado, y alucinada por cómo era capaz de saber qué es lo que necesitaba. Tras mis reflexiones estaba contenta por la vida que tenía, pero aún lo estaba más por tenerlo como marido, no creo que nadie hubiese hecho eso por mí, otro hombre se hubiese hartado de mis lloriqueos, otro dominante quizá me hubiese azotado por ser caprichosa, pero pocos hubieran hecho lo que Él hizo conmigo. Cuando ya había llorado un poco abrazada a Su pierna, soltó la correa del collar y me cogió sobre Sus piernas, me abrazó y me secó las lágrimas. Sus manos empezaron a tocarme el pecho y poco a poco nos excitamos juntos. Hicimos el amor, y tuvimos un orgasmo de esos lentos y profundos. Al apagar la luz para dormir, me abrazó y al oído me dijo. "A partir de hoy vas a volver a llamarme Amo, porque eres mía y yo soy tu dueño".

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