martes, 22 de octubre de 2013

Las gotas de sangre

Allí estaba yo, montada encima suya, con la cara ardiendo por las bofetadas, las lágrimas rodando por los insultos, y el sexo ardiéndome de excitación. Él tenía esa mirada, la que tanto miedo da, la que pone cuando es implacable e impasible, ni una súplica podrá quebrantarlo. Me agarraba fuerte de las caderas, sentía Sus uñas clavadas en la piel. Con una mano me agarró la cara, "Mírame, no escondas la cara, no te muevas" lo dijo lleno de lujuria y violencia, me acarició un poco la cara antes de soltarme una última bofetada. Picó, aunque no tanto como otras, entonces lo noté, noté la sangre cayendo suavemente por mi nariz. De manera instintiva me tapé e hice el amago de coger el papel de la mesita, pero Él me agarró la muñeca. No hizo falta que dijera nada más, volví a apoyar las manos en Su pecho, llenándolo de rojo pasión, seguimos follando mientras las gotas de sangre se posaban en Su piel. Tenía una mirada intensa, viendo como el líquido caía por mi rostro, sabiendo que Él me lo había provocado, y que eso ponía aún más dura Su polla. La situación me embriagaba, me gustaba ver lo que mi sangre le provocaba, sentirme tan indefensa, tan en Sus manos... Nos corrimos a la vez, sin remedio y sin contención. 
Eso sólo pasó una vez, pero quedó grabado en mi memoria, en los momentos difíciles o angustiosos, me gusta recordar esa situación, entre otras. Aunque no lo creáis me tranquiliza, me serena y me excita. Me reconforta pensar en el día que follamos entre gotas de sangre. Bueno, yo me entiendo

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